(gr.: «guardián de los lechos»).
El sentido propio es de chambelán. En Oriente, los hombres que ejercían esta función habían sido castrados, y ésta es la razón de que el término denote un castrado (Is. 56:3; Mt. 19:12). Según Josefo, la castración no era practicada por los judíos, ni sobre los hombres ni sobre los animales (Ant. 5:8, 40), y la ley se oponía, desde su espíritu, a tal práctica en Israel (Dt. 23:1; Lv. 22:24). De hecho, se trataba de una bárbara costumbre que se tenía en Oriente en el trato de los cautivos (Herodoto 3:49; 6:32), no solamente sobre los aún jóvenes, sino también, según parece, en la época misma de la pubertad. En ocasiones, el término eunuco en hebreo se traduce como «oficial» (Gn. 37:36; 40:2, 7, etc.), lo que es un eufemismo. Puede ser también que la designación de eunuco se usara para señalar un cargo habitualmente ocupado por un hombre mutilado. Por otra parte, queda el hecho de que había eunucos casados, como, por ejemplo, Potifar (Gn. 39:1, 7).
Los eunucos adquirían frecuentemente elevados cargos y una gran autoridad. Como ejemplo tenemos el jefe de la guardia de Faraón, y el copero y el panadero. Los eunucos ejercían ciertas funciones en la corte de Babilonia (Dn. 1:3); servían en presencia del rey de Persia, eran guardianes de las puertas del palacio (Est. 1:10; 2:21); un eunuco era el supervisor del harén real (Est. 2:3, 14); otro estaba al servicio de la reina (Est. 4:5).
En la corte de Acab y en la de Joram su hijo había también eunucos; Jezabel tenía eunucos a su servicio (1 R. 22:9; 2 R. 8:6; 9:32). Aunque los eunucos estaban legalmente excluidos de la congregación de Jehová (Dt. 23:1), también los había en Judá, así como en la corte de David (1 Cr. 28:1). En los días postreros de la monarquía, había también eunucos en la envilecida corte de los sucesores de Josías (2 R. 24:15; 25:19, y Jer. 29:2).
Todos los eunucos en Judá, o la mayor parte de ellos, eran extranjeros (Jer. 38:7).
El copero de Herodes el Grande era eunuco, lo mismo que el funcionario que le servía las comidas y que su chambelán.
Había un eunuco al servicio de Mariamne, la esposa favorita de Herodes el Grande (Ant. 15:7, 4; 16:8, 1).
Candace, la reina de Etiopía, tenía un eunuco como tesorero. Después de su conversión, fue admitido al bautismo (Hch. 8:27, 37; cp. Is. 56:3).