Nombre dado por Adán a su esposa después de la caída, y después que Dios hubiera hablado de la simiente de ella y de haberle dicho que con dolor daría a luz a los hijos.
En hebreo, el nombre es «hawwãh», que significa «vida», por cuanto «ella era madre de todos los vivientes» (Gn. 3:20; 4:1).
Había sido creada poco después de Adán, para que fuera su compañera y colaboradora. Dios hizo caer un profundo sueño sobre Adán, y tomó de él una de sus costillas, formando a Eva de ella (Gn. 2:18-24). Para el Creador todo es posible, y debe ser aceptado sin dudas como lo hiciera el apóstol Pablo (1 Co. 11:8-12). No fue más difícil a Dios crear de esta manera a la mujer que crear a Adán del polvo de la tierra (v. 7), o que, cuando andaba entre nosotros en su encarnación, efectuar la multiplicación de los panes y los peces, o resucitar a Lázaro. De este hecho se desprenden varias consecuencias y enseñanzas. Se enseñaba a Adán que su compañera era verdaderamente «hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Gn. 2:23).
Si es cierto que todo hombre nace de una mujer, también lo es que la primera mujer salió del hombre. Así, se nos enseña la unidad esencial de la raza humana. Se recalca en el relato que el varón no está al completo sin la mujer. Dios creó al hombre, «varón y hembra», y están llamados a transmitir la vida a sus descendientes (Gn. 1:27-28). No es bueno que el hombre esté solo, por cuanto es un ser social por excelencia; la mujer no es puesta debajo del varón, como esclava de él, sino a su lado, como ayuda semejante a él (v. 18). El hombre dejará a sus padres, y, uniéndose a su mujer, los dos vendrán a ser una sola carne, fundando la familia, que constituye la célula básica de la sociedad (v. 24).
Eva es mencionada dos veces en el NT. Las mujeres deben estar en silencio en la iglesia; no deben ejercer autoridad sobre el hombre, porque Adán fue formado primero; y Adán no fue engañado, pero ella sí lo fue (1 Ti. 2:13). Este engaño recibe adicional explicación en cuanto que Eva fue engañada por la astucia de la serpiente, el mismo enemigo que busca ahora extraviar a los creyentes (2 Co. 11:3).
Tipológicamente, de la formación de Eva de una costilla del costado de Adán, y a la que dio por nombre «isha», se ve la imagen del surgimiento de la Iglesia como fruto de los sufrimientos y de la muerte de Cristo traspasado, que le pertenece y es presentada a Él (cp. Ef. 5:31-32).