Consistían en cuatro pedazos de pergamino forrados de cuero de becerro e inscritos con los siguientes pasajes de la ley: Éx. 13:2-10, 11-16; Dt. 6:4-9; 11:13-21.
Del cuadro o caja, donde están la Escrituras, penden dos correas, ceñidas alrededor de la cabeza. Los judíos devotos se los ponían al hacer la oración de la mañana.
Hay varias alusiones a los frontales en Pr. 4:21; 6:20, etc.
En muchos casos los frontales se convertían en superstición y mera fórmula. (Véase FILACTERIA.)