El Antiguo Testamento habla con frecuencia de hombres de la Antigüedad cuya fuerza física y altura les ganó el nombre de «gigantes», traducción de tres términos hebreos:
(a) «Nephilim».
Etimológicamente significa seres caídos, seres delante de quienes uno cae en admiración, o bien «hombres de renombre».
Según la mitología grecolatina, los gigantes eran seres fabulosos, hijos de la Tierra y de Tártaro, que pretendían escalar el cielo en su furia contra los dioses. Pero «nephilim» no implica grande estatura ni en Gn. 6:4 ni en Nm. 13:33, los únicos textos en que se mencionan.
Las frases «vimos allí gigantes..», «éramos como langostas» es una hipérbole para expresar el miedo que les causaron.
(b) Gibborim.
Significa «los fuertes» o «los héroes». No se justifica la traducción gigantes.
(c) Los «rephaim».
Éste es el equivalente exacto de «gigantes» y se refiere a ciertos antiguos habitantes de Canaán (2 S. 21:15-16, 20-22; 1 Cr. 20:4, 6, 8). Hasta en los días de David los tenemos en Gat, entre los filisteos. Un nombre geográfico, el valle de los «Refaim», cerca de Jerusalén, indica cuando menos su paso por ese rumbo (Jos. 15:8; 2 S. 5:18). Los datos proporcionados en Gn. 14 y confirmados por Dt. 2:10-26 se remontan a una época muy antigua. Es fácil que la Palestina fuera poblada por los «rephaim» antes de la entrada de los cananeos, en el tercer milenio a.C. Goliat era racialmente de los «rephaim», si bien, políticamente, filisteo. Medía unos 2'60 m. de altura; la cama de Og (otro de los gigantes famosos) medía unos 3'50 m. de largura. Después de David no se menciona a los gigantes «rephaim».