Éste figura como el octavo entre los doce profetas menores. Se divide en tres secciones:
(a) Primer lamento:
Su clamor de protesta contra la violencia y la iniquidad, sin que Dios parezca reaccionar (Hab. 1:2-4); la iniquidad triunfa. La respuesta del Señor: Dios suscita a los caldeos (Hab. 1:5-10) que, culpables, serán castigados a su vez (Hab. 1:11).
(b) Segundo lamento:
El reino de Dios no se desvanecerá, y el juicio se abatirá sobre los caldeos (Hab. 1:12). Se plantea sin embargo un problema moral: Dios permite que los caldeos destruyan, den muerte, a los que son más justos que ellos. ¿Hasta cuándo continuará tal estado de cosas? (Hab. 1:13-17). Respuesta del Señor: Los caldeos son inicuos y están hinchados de soberbia; este solo hecho basta, a los ojos de los creyentes, para anunciar el castigo que se avecina sobre ellos (Hab. 1:11; Is. 10:12-16), como les sucederá también a todos los que sean semejantes a ellos. El justo vivirá por la fe (Hab. 2:1-4). Así, el conocimiento de esta verdad permite la resolución del dilema. Así, la certidumbre de que Dios castigará la maldad inspira al profeta a lanzar cinco anatemas, proferidos contra el orgulloso poderío del enemigo, y considerando cinco formas de iniquidad (Hab. 2:5-20).
(c) Oración de acción de gracias (Hab. 3:1-19): Después de una invocación a la misericordia de Dios a pesar de su ira (Hab. 3:2), el profeta describe la gloriosa aparición de Jehová, el terror estupefacto de sus enemigos (Hab. 3:3-15), y después expresa la serena confianza de la fe que se apoya en el Señor (Hab. 3:16-19).
Este libro, aunque no está fechado, procede evidentemente de la época caldea:
(a) El templo sigue estando en pie (Hab. 2:20), donde se celebran los servicios del culto acompañados de música (Heb. 3:19).
(b) Esta generación (Hab. 1:5, 6) ha visto la ascensión de los caldeos hasta llegar a ser una colosal potencia entre las naciones, y el inicio de su acción de subyugar cruelmente a las naciones (Hab. 1:6-17). Los hebreos habían tenido ya relaciones con los caldeos desde hacía tiempo. Atrajeron de nuevo la atención cuando en el año 626 a.C. consiguieron librarse del yugo asirio. Comenzaron sus grandes conquistas, tomando el primer lugar entre las naciones, después de la caída de Nínive en el año 612 a.C., y gracias a su victoria sobre Egipto en Carquemis, el año 605 a.C. Se supone, por la evidencia interna, que Habacuc profetizó durante el reinado de Joacim (608-597 a.C.), pero es difícil precisar la fecha. La mayor parte de los eruditos sitúan la profecía en la primera parte de este reinado, en la época de la batalla de Carquemis, pero sería posible que su proclamación se remonte a unos años antes de la caída de Nínive. En efecto, los caldeos se agitaban ya en el año 626 a.C. e, incluso antes del hundimiento de Nínive, las operaciones militares en marcha constituían premoniciones de que este pueblo estaba en el camino de venir a ser una gran potencia mundial. Los profetas judíos habían anunciado con gran anticipación que los caldeos someterían a Judá (Is. 11:11; 39:6, 7; Mi. 4:10). Todas las naciones conocían el carácter feroz, el amor a la guerra, la crueldad, capacidad y métodos de combate de los caldeos.
Sólo el conocedor del hebreo puede conseguir una idea adecuada de lo magnífico que es el estilo literario de Habacuc. El suyo es un estilo en el que las expresiones son tersas, paralelísticas, poéticas; un maestro del estilo poético, gráfico y enérgico, a decir de Driver. También el salmo del cap. 3 es de un lirismo del más elevado orden, manteniendo un ritmo y un uso de las imágenes que permite la más exigente comparación con las mejores producciones poéticas de la literatura hebrea.
Las escuelas críticas han atacado duramente la unidad del libro, pero en base a presuposiciones y especulaciones carentes de base, y difieren mucho entre sí en sus conclusiones acerca de la unidad y datación de los diferentes capítulos y secciones. Se puede señalar que, p. ej., los términos musicales empleados no son postexílicos, sino que eran utilizados ya en los Salmos.
Habacuc es frecuentemente citado en el NT de una manera que subraya su importancia teológica (cfr. Hch. 13:41; Hab. 1:5; Ro. 1:17; Gá. 3:11; He. 10:38; Hab. 2:4). Los judíos, al igual que la iglesia cristiana, reconocen plenamente el carácter canónico de este libro. Entre los famosos rollos del mar Muerto se descubrió un comentario de Habacuc, en el que la comunidad hacía una aplicación de este libro a sus propias circunstancias históricas. (Véase QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], etc.)
Bibliografía:
Eiselen, F. C.: «Habakkuk» en ISBE (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1946);
Freeman, H. E.: «Nahum, Sofonías, Habacuc - Profetas Menores del siglo VII» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980, PP. 85-108);
Keil, C. F., y F. Delitzsch: «Biblical Commentary on the Old Testament», tomo 2 (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1954);
Kelly, W.: «Lectures on the Minor Prophets» (C. A. Hammond Trust Bible Depot, Londres, reimpresión s/f de la edición de 1874, PP. 311-345);
Kerr, D. W.: «Habakkuk» en The Wycliffe Bible Commentary (Moody Press, Chicago 1962/1978, PP. 871-881);
Stephens Hodge, L. E. H.: «Habacuc» en Nuevo Comentado Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1977, PP. 575-579);
Vermes, G.: «The Dead Sea Scrolls in English», véase la traducción del Comentario sobre Habacuc: «Commentary on Habakkuk», PP. 235-243 (Penguin Books, Harmondsworth, Middlesex, Inglaterra, 1962).