«que proviene del otro lado, que cruza».

Según la historia bíblica, los hebreos procedían de la orilla oriental del Éufrates (cfr. Gn. 12:5 con Gn. 14:13; Jos. 24:2, 3). Su nombre puede haber significado esto o haber sido en su origen, una forma patronímica derivada de Eber, y designando a todos sus descendientes, incluyendo a los israelitas (Gn. 10:21), hasta que estos últimos adquirieron tal importancia que el término hebreo vino a aplicarse exclusivamente a los israelitas. (Véase HEBER.)

Frecuentemente se expresa la opinión de que el término hebreo «'ibrî» (hebreo) debe identificarse con el acádico «hapiru» o «habiru» (pl. «habirû») que aparece en los términos cuneiformes de todo el Oriente Medio y de diversas épocas. Este término aparece también en lengua egipcia bajo la forma «'apiru». Según estas inscripciones, los «habirû» eran extranjeros, en busca de aventuras. En Babilonia, eran mercenarios; para subsistir, alquilaron sus servicios a los hurrianos de Nuzu (Nuzi), lo que vino a ser una verdadera servidumbre. No se evidencia en las inscripciones que «habirû» tenga un sentido étnico. Según las cartas de Tell el-Amarna, Abdi-Hiba, de Jerusalén, dirigió llamadas desesperadas al rey de Egipto, cuando bandas de «habirû» merodeaban por Palestina. Se ha querido identificar este episodio con la conquista de Canaán bajo la dirección de Josué. Sin embargo, las características de los «'apiru» o «habirû» no coinciden con las de los hebreos; un estrecho examen de las cartas de Tell el-Amarna ha llevado a gran número de eruditos, en contra de la identificación popularizada en muchos libros, a la conclusión de que las cartas de Tell el-Amarna no hablan de ninguna invasión formal. Los «'apiru» serían ciudadanos, de ciertas ciudades-estado, y el área involucrada incluía territorios muy al norte de Palestina, que no estaban incluidos en el territorio conquistado por los israelitas. Las dificultades descritas en las cartas han llevado a la mayor parte de los eruditos a la convicción de que se trataba de grupos de mercenarios extranjeros que se ponían al servicio de cualquier rey local que quisiera ampliar sus territorios a expensas de vecinos más débiles. Estas cartas, dirigidas al faraón en petición de ayuda, y que no recibían respuesta, fueron escritas evidentemente en un período de decadencia del poderío egipcio, y cronológicamente tanto Courville como Velikovsky argumentan de una manera documentada contra la identificación «'apiru» = hebreos, y en favor de su asignación al siglo VIII a.C. en el contexto de la revisión de la cronología general de la historia de Egipto (véanse AMARNA, EGIPTO, y las Bibliografías correspondientes a dichos artículos).

El nombre «hebreos» en plural se aplica a los israelitas (Gn. 40:15; 1 S. 4:6; 13:3; 2 Co. 11:22). En la época del NT, los judíos que hablaban hebreo o incluso arameo se daban este nombre a sí mismos, en contraposición a sus correligionarios de lengua griega, los helenistas (Hch. 6:1).

La expresión «hebreo de hebreos» significa que todos los ascendientes, tanto de la línea paterna como de la materna, eran hebreos (Fil. 3:5).

Para la historia del pueblo hebreo, véase ISRAEL (HISTORIA BÍBLICA DE.)


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