Ya antes del Diluvio fue conocido el hierro.
Tubal-Caín, descendiente de Caín, trabajó el bronce y el hierro (Gn. 4:22).
Los egipcios antiguos conocían el hierro, al que llamaban «metal celestial».
Había hachas y otros útiles de hierro en época de Moisés (Nm. 35:16; Dt. 19:5).
La cama de Og era de hierro (Dt. 3:11).
En época de Josué se elaboraban objetos de hierro (Jos. 6:19, 24); se conocían los carros de hierro para fines bélicos (Jos. 17:16), también mencionados en el período de los Jueces (Jue. 1:19; 4:3, 13).
De hierro se hacían
armaduras, armas, puntas de lanza, corazas (1 S. 17:7; Ap. 9:9);
instrumentos de labranza, arados, trillos (2 S. 12:31; Am. 1:3);
martillos, clavos (1 R. 6:7; 1 Cr. 22:3);
cinceles (Jb. 40:26);
puertas, grillos, cerrojos, cadenas (Sal. 107:10, 16; 145:18; 149:8; Is. 45:2; Hch. 12:10);
ídolos (Dn. 5:4).
El hierro provenía de Tarsis, Grecia, y del norte, indudablemente de lugares alrededor del mar Negro (Jer. 15:12; Ez. 27:12, 19). Se encontraba también en tierra de Israel (Dt. 8:9), especialmente en los montes del Líbano.
Hay numerosas indicaciones de que el hierro fue utilizado mucho antes de lo que algunos arqueólogos están dispuestos a admitir.
El mineral era tratado en hornos (Dt. 4:20; 1 R. 8:51) que, a juzgar por los del Líbano, eran de piedra y medían más de 3 m. de altura con un diámetro de casi 1 m. Se calentaban estos hornos con carbón vegetal, activando la llama con fuelles (Ez. 22:20; cfr. Jer. 6:29).
Parece que los filisteos aprendieron en el norte a servirse del hierro, y guardaban celosamente el secreto del proceso metalúrgico (1 S. 13:19-22).
Flinders Petrie descubrió la confirmación de este monopolio de los filisteos al desenterrar altos hornos e instrumentos de hierro en Gerar.
El uso del hierro no llegó a difundirse ampliamente en Israel hasta después del aplastamiento del poderío filisteo por parte de David.