HIJO DE DAVID (Mt. 1:20; Lc. 3:31).
Este término llegó a ser, con motivo de las profecías del Antiguo Testamento que anunciaban el dominio firme y glorioso de un descendiente de David (Is. 9:7; Jer. 23:5; Am. 9:11), uno de los dictados más usuales del Mesías (Mt. 12:23; 22:41, 42; Mr. 12:35; Jn. 7:42), y como tal se aplica repetidas veces a Jesús (Mt. 1:1; 9:27; 15:22; 20:30, 31; 21:9, 15).