(a) Poema didáctico, traducido del heb. «masquil»: atento, que da inteligencia. Este término figura en el título de los Sal. 32; 42; 44; 45; 52; 53; 54; 55; 74; 78; 88; 89; 142.
Un término de esta misma raíz se traduce en el Sal. 32:8: «Te haré entender». Otro sentido de masquil es «meditación poética».
(b) Poema, generalmente corto, meditación espiritual susceptible de ser cantada o salmodiada en el culto de adoración. El libro de los Salmos es la colección más antigua de himnos y cánticos.
Entre las otras obras maestras de la poesía religiosa de Israel se hallan los cánticos:
de Moisés (Éx. 15:1-19; Dt. 31:30-32:1-44),
de Débora (Jue. 5),
de Ana (1 S. 2:1-10),
de María (Lc. 1:46-55),
de Zacarías (Lc. 1:68-79).
El cántico de María lleva el nombre de Magnificat que es la primera palabra de su traducción al latín.
El canto de los salmos y cánticos hebreos iba frecuentemente acompañado de música (Éx. 15:20, 21; 2 Cr. 29:27, 28 cfr. 1 Cr. 16:42; Is. 38:20).
Además de las composiciones religiosas se encuentran también cánticos profanos (Gn. 31:27; Nm. 21:17, 18).
Se cantaban las alabanzas de Dios, y también, en ocasiones, las gestas de los hombres (Sal. 28:7; 1 S. 18:6, 7).
Con el cantar se expresaba el gozo, las emociones profundas, o se reflejaban los juegos, la risa, o incluso la burla (Sal. 69:13; Jb. 30:9; Lm. 3:63).
El NT habla de tres géneros de cánticos:
los salmos,
los himnos y
los cánticos espirituales (Ef. 5:19; Col. 3:16).
Después de la cena de la Pascua, la noche en que fue entregado (Mt. 26:30), Cristo y sus discípulos cantaron «el himno», indudablemente el Hal-lel, que comprende los Salmos 113-118. El nombre Hal-lel procede del término heb. traducido al castellano por Aleluya («alabad a Jehová»). Los judíos cantaban el Hal-lel durante la celebración de la Pascua.
Los primeros cristianos cantaban en el culto público, y privadamente, para expresar su adoración a Dios, para edificarse, para fortalecerse (Hch. 16:25; 1 Co. 14:26; Ef. 5:19; Col. 3:16).
La métrica griega de Ef. 5:15; 1 Ti. 3:16 (cp. Ap. 15:3, 4), ha permitido reconocer en estos pasajes fragmentos de himnos cantados por los primeros cristianos.
Al comienzo del siglo II d.C., bajo el reinado de Trajano, Plinio el Joven informa que los cristianos de Bitinia cantaban en honor de Cristo, y que lo adoraban como Dios (Plinio, Ep. X.96).
En el cuadro que presentamos se puede ver hasta qué punto los autores del NT usaban materiales antiguos para expresar los nuevos hechos sucedidos en relación con el cumplimiento de los propósitos de Dios en Cristo. Así, el cántico de María es un himno que ella entona a Dios, al efectuar en su día el anhelado cumplimiento de las profecías del pasado (véase POESÍA HEBREA).