(heb. «'esõb»).
Planta aromática de Egipto y Palestina, de la familia de las labiadas, que también comprende las mentas.
Es un arbusto de unos 30 a 45 cm. de altura, con hojas pequeñas y vellosas, que se aferra a los muros y a las rocas (1 R. 4:33).
Se usaba frecuentemente un manojo de hisopo para llevar a cabo la aspersión de la sangre expiatoria durante la Pascua (Éx. 12:22), para la purificación del leproso (Lv. 14:4-7), o para la de una casa pronunciada leprosa (Lv. 14:48-53). Asimismo, se tomaba el hisopo para hacer y aplicar el agua de la purificación de las cenizas de la vaca alazana (Nm. 19:2, 6, 18; cfr. He. 9:19). El salmista clama: «Purifícame con hisopo, y seré limpio» (Sal. 51:7), pensando en realidad en la aspersión de la sangre de la expiación hecha con el hisopo, y que es lo único que puede cubrir el pecado (He. 9:22).
Cuando Jesús fue clavado en la cruz, uno acercó a sus labios una esponja empapada en vinagre, fijada a un hisopo (Jn. 19:29).
Por otra parte, en Mt. 27:48 y Mr. 15:36 se habla de una caña. Con respecto a esto, no puede tratarse de una contradicción, como algunos adversarios de la Biblia han supuesto gratuitamente. El hisopo podría haber estado fijado a una caña, o quizá la palabra caña pudiera referirse a una rama larga de hisopo. Haley supone que la bebida fue ofrecida dos veces a Jesús.