Consideración (reconocimiento del valor) de otra persona (Hch. 28:10).
El honor de Dios es parte de su gloria.
Honrar a Dios significa: reconocer el poder y la gloria de Dios (Jos. 7:19; 1 Cr. 16:28; Jn. 9:24; Hch. 12:23); sólo a Dios se debe honor (Ro. 11:36); Él exige ser honrado (Mal. 1:6).
Al hombre se le debe honor por haberlo recibido de Dios como un don (1 R. 3:13; Sal. 8:6), como un prestigio y dignidad proveniente de ser imagen de Dios (Gn. 45:13).
Se debe mostrar honor:
a los padres (Éx. 20:12),
a los ancianos (Lv. 19:32),
a los reyes (1 P. 2:17),
a las viudas (1 Ti. 5:3),
a los señores (1 Ti. 6:1).
Se espera de los cristianos que se den muestras de honor en el trato de unos con otros (Ro. 12:10); con ello se junta la renuncia a buscar egoísticamente el propio honor (Jn. 5:44; 12:43; Gá. 5:26; Fil. 2:3), lo que, sin embargo, no excluye que cada uno tenga cuidado de su propia honra (Hch. 13:46; 16:37).