Se usaba para separar el hierro del mineral (Dt. 4:20; 1 R. 8:51; véase HIERRO).
En crisoles se afinaban el oro, la plata, el cobre, el estaño y el plomo (Pr. 17:3; Ez. 22:20).
También se usaba el horno para cocer el pan (cfr. Neh. 3:11; Is. 31:9; véase PAN).
Según Dn. 3:6 ss., uno de los hornos anteriormente citados pudo haber servido en Babilonia para el suplicio del fuego.
El término asirio «atoûnou» (aram. «a'ttoun») aparece en las tabletas de Tell el-Amarna, designando un horno para fundir metales.
En Persia se ha descubierto un cilindro de terracota con la mención de un blasfemo «arrojado dentro de un horno y totalmente quemado».
En Babilonia, se ha encontrado un horno con esta inscripción: «He aquí el lugar donde morían por el fuego los hombres que blasfemaban contra los dioses de Caldea.». El mismo rey Assurbanipal castigó a su hermano rebelado contra él, «arrojándolo a un horno ardiente».