En general, la acción de uno que busca el bien de otro, interviniendo en su favor, para conseguirle un beneficio, perdón, etc. Hay muchos casos de intercesión en las Escrituras, y se puede señalar en el AT la intercesión de Abraham ante Dios por Sodoma (Gn. 18:23-33); las múltiples intercesiones de Moisés buscando el perdón de Dios hacia una nación rebelde (Éx. 32:11-14, 21-24; 33:12-16; cfr. Dt. 9:13-29) y muchos otros ejemplos, como los de Samuel, Daniel, Esdras y Nehemías, orando por la bendición y restauración de su pueblo.
En el NT nos encontramos con el gran Intercesor, Cristo. El término gr., «entunchanõ», significa «encontrarse con», interceder. Se refiere a la intercesión de Cristo en favor de sus santos, mientras se hallan en su estado presente, para llevarlos a ser como corresponde a la posición que les ha sido dada por el perdón justificador, y también para levantarlos por encima de sus pruebas, y conducirlos como sacerdotes a los goces y actividades correspondientes al santuario espiritual (Ro. 8:34; He. 7:25). El Espíritu Santo también intercede por los creyentes, cuando ellos no saben orar como debieran, y lo hace con gemidos indecibles (Ro. 8:26, 27).
En 1 Ti. 4:5 se nos ordena que intercedamos por todos los hombres.