Significa rogarle como a Dios (Gn. 12:8).
Esta expresión se repite varias veces en la Biblia (Sal. 79:6; 105:1).
Éste es también su significado cuando se refiere a Cristo en el NT, a quien los cristianos, desde el principio, adoran como la manifestación en la carne del Dios previamente revelado en el AT, y manifestado en la consumación del tiempo para obrar la salvación (Hch. 2:21; 7:59; Ro. 10:12; 1 Co. 1:2; cfr. He. 1:1).