(hebreo, «yobel», «trompeta»).
Considerado también «Año sabático», tenía lugar cada 50 años, o sea al finalizar un período de 7 veces 7 años, y se anunciaba con toque de trompetas (de ahí su nombre) (Lv. 25).
Se dejaba descansar la tierra; cada propietario recobraba las posesiones que se hubiera visto obligado a vender, hipotecar o enajenar de otro modo, excepto las casas situadas dentro de ciudades amuralladas; los esclavos hebreos, inclusive sus familias, quedaban en libertad (Éx. 21:1-6).
Empezaba con una fiesta de nueve días, que terminaba con el Día de Expiación.
Mediante el jubileo se conservaba cierto equilibrio económico, evitando el latifundismo y la acumulación de riquezas por unos mientras otros quedaban por completo desposeídos.
También era ocasión para intensificar la instrucción de la juventud en la ley de Dios y en el temor de su nombre (Lv. 25:23; Ez. 37:30; Is. 61:2).