Libro histórico, inmediatamente después del de Josué; continúa el relato después de la muerte del caudillo de Israel.

(a) El libro de los Jueces se divide en tres secciones:

(A) Introducción: partida de las tribus para dirigirse a ocupar los territorios que les habían sido asignados (cfr. Jos. 15-21), lista de las ciudades que los israelitas dejaron de arrebatar a los cananeos idólatras (Jue. 1-2:5).

(B) Historia de los Jueces, libertadores de Israel, después de la muerte de Josué hasta la de Sansón (Jue. 2:6-16:31). Esta sección posee su propia introducción que, relacionando el libro de los Jueces con el de Josué, reanuda el relato de los acontecimientos de este período, y destaca la enseñanza religiosa que comportan (Jue. 2:6-3:6). A continuación vienen los episodios más o menos detallados acerca de seis jueces, y breves alusiones a otros seis. La usurpación de la realeza por parte de Abimelec, hijo de Gedeón, es presentada como parte integrante del relato. No obstante, lejos de ser un libertador, Abimelec no fue más que un sanguinario y fratricida tirano que, lejos de beneficiar a Israel, provocó graves daños.

(C) Esta sección relata dos episodios que figuran como apéndices de este período:

(I) la historia del culto idolátrico practicado por Micaía y su instauración entre los danitas que emigraron al norte (Jue. 17-18);

(II) el crimen de Gabaa y la guerra que siguió contra la tribu de Benjamín (Jue. 19-21).

(b) Fecha.

La fecha de redacción del libro de los Jueces es de difícil determinación. En todo caso, es necesario tener en cuenta los siguientes hechos: hay un acuerdo general en conceder una gran antigüedad al cántico de Débora, compuesto en la misma época que los acontecimientos que se celebran. La segunda sección del libro, la más importante, no pudo ser redactada sino hasta después de la muerte de Sansón (Jue. 16:30, 31). En los apéndices, la frase «en aquellos días no había rey en Israel» aparece cuatro veces (Jue. 17:6; 18:1; 21:25) indicando que estos capítulos debieron haber sido escritos probablemente poco después del establecimiento de la monarquía. Cuando estos capítulos fueron redactados, es probable que el arca no estuviera en Silo (Jue. 18:31). La mención «hasta el día del cautiverio de la tierra» (Jue. 18:30) ha sido interpretada por algunos como una mención a las destrucciones que Tiglat-pileser hizo en el norte (2 R. 15:29) o a la deportación de las 10 tribus después de la caída de Samaria. Pero ello no concuerda con la declaración de Jue. 18:31, «todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo». Numerosos exegetas han interpretado la expresión «cautiverio de la tierra» (v. 30) como significando la captura del arca por los filisteos, cuando Jehová abandonó Silo; esta opinión es apoyada por la hipótesis de Houbigant (1777), que supone que la última letra de la expresión «cautiverio del país» ha sido alterada: el texto original hubiera tenido una «nun» (n) en lugar de la «tsade» (s), lo que entonces se traduciría por «cautiverio del Arca». Keil, por su parte, piensa que se trata de una alusión a una conquista del territorio de los danitas del norte y de la esclavización de su población por parte de sus vecinos, los sirios de Damasco. En todo caso, esta hipótesis suscita menos problemas que la de hacer persistir hasta la caída de Samaria el culto instituido por Micaía. La expresión «de Dan a Beerseba» (Jue. 20:1) era ya usada en tiempos de los Jueces.

En los dos apéndices, las indicaciones cronológicas se relacionan con el período que precedió a la soberanía de David sobre Israel en su conjunto. La introducción general al libro de los Jueces (o en todo caso a una parte de sus fuentes) fue escrita en el período en que los jebuseos ocupaban todavía la fortaleza de Jerusalén (Jue. 1:21; cfr. 2 S. 5:6, 7). Según la tradición judía, el autor del libro es Samuel, y no se ha podido demostrar lo contrario (por mucho que los críticos pretendan ver un conglomerado de diversas fuentes ¡que no hubiera hallado su redacción final hasta alrededor del año 200 a. C.!). Las tres secciones bosquejadas se corresponden netamente con las divisiones del tema y muestran que el redactor se sirvió de documentos antiguos, orales o escritos, para relatar un período que se extiende a través de varios siglos.

Este libro nos informa de que los diferentes pueblos que vivían en Canaán no fueron exterminados, sino que siguieron ocupando el país, a pesar de la presencia de los israelitas. Las influencias paganas amenazaban el culto del Señor, pero quedaron suficientes israelitas fieles a su Dios para que la verdadera religión quedara salvaguardada (Jue. 10:10-16; en cuanto a los pueblos vecinos, cfr. Jue. 1:19-36; 3:13, 31; 6:3-33). El cántico de Débora, el levantamiento del pueblo para castigar a los criminales de Gabaa y sus cómplices, todo ello revela que los elementos íntegros de la nación preservaban la consciencia de que debían defender una causa santa.

El pasaje de Jue. 2:1-23 presenta, de una manera integral, el objetivo del libro: enseñarnos que dejar al Señor tiene como resultado la servidumbre y el juicio, en tanto que el arrepentimiento conduce a la liberación y a la restauración. Se ha señalado que el texto posee un orden simétrico, relatando siete períodos de apostasía, siete servidumbres bajo siete naciones paganas, y siete liberaciones. Varios jueces son sólo mencionados. Estos acontecimientos y las personas elegidas para destacar su historia son particularmente sugerentes. Se puede trazar un paralelo entre este libro y la historia de la iglesia. Después de la era apostólica, nos hallamos ante una sucesión constante de períodos de sueño espiritual, de división y sumisión al mal, seguidos de despertamientos y conquistas, con lo que el ciclo vuelve a comenzar. Incluso se puede llegar a decir: es necesario un avivamiento por generación. Mejor sería un avivamiento perpetuo, lo cual se aproximaría más al estado que debiera ser el normal de la iglesia. La situación de Jueces finalizó con la instauración de la monarquía, del rey Saúl primero, y después de David, el rey «conforme al corazón» de Jehová. Este final típico de la época de los Jueces hallará su final escatológico con la venida de Cristo a instaurar Su reino final en Israel y el mundo.

Bibliografía:

Bruce, F. F.: «Jueces», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977).

Pfeiffer, C. E.: «Jueces», en Comentario Moody del Antiguo Testamento (Portavoz Evangélico, en prep.; hay edición en inglés: Moody Press, Chicago, 1962);

Rossier, H.: «Meditaciones sobre el libro de los Jueces» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, California, 1964).


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