Término gr. que significa «despojo», «anonadamiento» (Fil. 2:7, 8), usado de la encarnación del Hijo Eterno de Dios para venir a ser hombre, Jesús de Nazaret.
Por la «kenosis», Jesús asumió voluntariamente la naturaleza humana de una manera perfecta, sin pecado. Voluntariamente se sujetó a las circunstancias de la naturaleza humana (cfr. Jn. 4:6: «cansado del camino»). Sin embargo, no se puede usar el hecho de la «kenosis», como algunos pretenden, para limitar el valor de los pronunciamientos de Jesús, como condicionados por los puntos de vista de su tiempo. Él sabía cuándo desconocía algo como Hombre y no le era dado manifestarlo (cfr. Mr. 13:32). Por otra parte, podemos estar seguros de que, así como toda su vida fue vivida en una estrecha comunión con el Padre, nada de lo que dijo era imperfecto ni teñido por ninguna ignorancia, sino todo aquello que el Padre quería mostrarnos (cfr. Jn. 8:28).
Para una justa comprensión de la «kenosis» se tiene que tener en cuenta la perfecta divinidad de Cristo, su perfecta humanidad y su consiguiente absoluta dependencia del Padre como Hijo amado, y de Dios como siervo perfecto. (Véase ENCARNACIÓN.)