Masa de arcilla amasada en agua, rectangular, endurecida por cocción en un horno (Gn. 11:3) o por secado al sol (Herodoto 2:136). Si la arcilla se mezclaba con paja, los ladrillos se debían dejar secar al sol (Éx. 5:7).
En Mesopotamia, el ladrillo era el principal material de construcción. La piedra era un material no disponible localmente, y se tenía que hacer traer de muy lejos. Sólo era empleada para reforzar los suelos, las puertas, y para ornamentar los palacios en frisos y estatuas. En Babilonia, los ladrillos eran frecuentemente cocidos, en tanto que en Nínive, lo mismo que en Egipto, eran secados al sol. En este último país, la fabricación de ladrillos, considerada como penosa y malsana, era dejada a los esclavos; los hebreos tuvieron esta tarea durante su esclavitud en Egipto (Éx. 1:14; Éx. 5). En la tumba de Rekhmire, gran visir de Tutmose III, se ven esclavos semitas ocupados en este trabajo. Ramsés II (alrededor del año 1290 a.C. en la cronología comúnmente aceptada, 793-726 a.C. en la cronología revisada; véanse EGIPTO y FARAÓN, Bibliografía, Courville, etc.) reconstruyó la ciudad de Zoan-Avaris (la Ramesés de Éx. 1:11), y los ladrillos están marcados con su nombre. Los israelitas aprendieron en Egipto la manera de hacer los ladrillos, y conservaron casi exactamente los mismos métodos.
En muchos lugares del Oriente Medio se siguen fabricando los ladrillos mezclando la arcilla con paja y amasando en agua. Después de dar la forma de ladrillo mediante moldes, se dejan secar al sol.