Esta arma, en heb. «h'nith», se componía de una punta de hierro fijada a un asta (1 S. 13:19; 17:7; Is. 2:4). Cuando el guerrero no empleaba esta especie de jabalina, la plantaba en el suelo (1 S. 18:10, 11; 26:7, 8; 2 S. 2:23; Jn. 19:34). Era un arma arrojadiza con la que también se podía herir directamente cuerpo a cuerpo. Los hebreos se servían asimismo de una especie de lanza llamada «romah» (Jue. 5:8; 1 Cr. 12:8, 24; Neh. 4:13; Jer. 46:4), con la que atravesaban al adversario (Nm. 25:7, 8); ésta no era arrojadiza (1 R. 18:28).