(del heb. «'El'azar»: «Dios ha socorrido»).

Habitante de Betania, hermano de Marta y de María. Muy amado por sus hermanas y por Jesús, Lázaro tuvo el gran honor de ser resucitado. Sus hermanas habían pasado aviso a Jesús, que estaba a la sazón allende del Jordán, que el hermano de ellas estaba gravemente enfermo; el Maestro no actuó de manera inmediata. Dos días más tarde, Lázaro moría, y Jesús se ponía en camino hacia Betania, donde Marta fue a su encuentro. Declarándose a sí mismo la resurrección y la vida, el Señor apeló a la fe de Marta. Acompañado de las dos hermanas y de sus amigos, se dirigió a la gruta que servía de sepulcro, según la costumbre de los judíos. Jesús ordenó que quitaran la piedra que cerraba la entrada y dirigió una acción de gracias a Dios, para mostrar a los asistentes que su Padre lo había enviado a llevar a cabo aquel milagro. Después clamó en alta voz: «¡Lázaro, ven fuera!» Y el que había estado muerto salió (Jn. 14:1-44). La grandeza de este milagro fue aún mayor para los judíos, pues según su concepción el alma de los difuntos quedaba cerca del cuerpo hasta el tercer día. Lázaro fue resucitado en el cuarto día de su muerte, lo que haría que incluso los más cerriles de entre los espectadores quedaran conscientes de la realidad y del origen del poder de Jesucristo. Este milagro desencadenó el entusiasmo hasta la misma Jerusalén, pero sirvió también para que los miembros del sanedrín se decidieran de una manera irrevocable por Su muerte, a quien el pueblo quería proclamar rey. El sanedrín no deseaba este reino espiritual, y además temía una sublevación contra los romanos, a quienes debían las principales autoridades judías los puestos que ostentaban. Los jefes de la nación estimaron preferible suprimir a Jesús, culpable o no, para salvar la nación (Jn. 11:45-53; 12:9-19). Lázaro asistió en Betania a la cena que Simón el leproso dio en honor de Jesús, seis días antes de la Pascua (Jn. 12:1, 2). Los judíos, fuera de sí al ver que aquel hecho había servido para aumentar la popularidad de Jesús, urdieron asimismo la muerte de Lázaro; indudablemente escapó al atentado, y murió de muerte natural. Sin embargo, se ignora su vida posterior.

     


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