«escondido, de color oscuro».
Hijo de Harán, el hermano de Abraham; acompañó a su tío desde Mesopotamia a Canaán (Gn. 11:31; 12:5). Con él fue a Egipto y con él volvió (Gn. 13:1).
Dueños de grandes rebaños, los pastores de ambos empezaron a querellarse. Abraham le aconsejó que sería mejor tomar rumbos separados y lo invitó a que eligiera los pastos que quisiera. Egoístamente, Lot eligió el fértil valle del Jordán, y fue plantando sus tiendas más y más cerca de Sodoma, hasta que finalmente pasó a residir allí. No tuvo en cuenta el carácter de sus moradores ni las consecuencias que su ejemplo podría tener sobre su familia. Sin embargo, por el NT sabemos que se mantuvo personalmente íntegro, afligiéndose por la perversidad de ellos (2 P. 2:8).
Durante la campaña de Quedorlaomer y de sus aliados, Lot fue hecho prisionero. Debió su liberación al valor y habilidad de Abraham (Gn. 13:2-14:16). Dos ángeles, enviados a Sodoma, advirtieron a Lot que la ciudad iba a ser aniquilada. La actitud del populacho con respecto a los extranjeros reveló hasta qué punto merecía aquel castigo. Lot escapó de la destrucción con sus dos hijas. En la huida, su mujer, al volverse a mirar la ciudad, fue atrapada en el diluvio de fuego y sal. La advertencia de Lc. 17:31-32 deja pensar que fue su aferramiento a sus posesiones terrenas lo que le hizo perder su posibilidad de salvación. Los dos yernos de Lot se quedaron en Sodoma, y murieron (Gn. 19:1-29). Poco después, bajo la influencia del vino, Lot cometió incesto con sus dos hijas, viniendo a ser con ello el padre de Moab y Ben-ammi, que tuvieron como descendientes a los moabitas y amonitas, respectivamente.