(a) Objeto del libro:
El tercer Evangelio está dirigido a un cierto Teófilo, un cristiano de probable origen gentil. Lucas declara que se basa en el testimonio de los apóstoles. Quiere dar a Teófilo y a otros lectores la enseñanza de una verdad indiscutible, basada sobre una investigación profunda. Sus fuentes son, sin duda de ninguna especie, documentos anteriores, junto con el testimonio de testigos oculares.
(b) Plan del Evangelio y análisis:
(A) Introducción (Lc. 1:1-4).
(B) Nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús; infancia y adolescencia de Cristo (Lc. 1:5-2:52).
(C) Preludio al ministerio de Jesús:
(I) predicación de Juan el Bautista;
(II) bautismo de Jesús; apéndice: Su genealogía;
(III) tentación (Lc. 3:1-4:13).
(D) Ministerio del Señor en Galilea (Lc. 4:14-9:50). Aquí el Evangelio de Lucas dispone con frecuencia el material en el orden de Marcos, pero no siempre. Como Mateo, Lucas da más lugar a las enseñanzas de Jesús; sin embargo, en cuanto a los mismos temas de Marcos y Mateo, se da evidencia de su independencia con respecto a ellos. Lucas tiene, además, materiales que no figuran en los otros evangelios y que comprenden más de la mitad de su texto. El análisis siguiente muestra la progresión del relato:
(I) Introducción al ministerio galileo (Lc. 4:14, 15).
(II) Inicio de este ministerio, primera visita a Galilea, milagros en Capernaum, visita por Galilea, llamamiento de cuatro discípulos, curación de un leproso (Lc. 4:16-5:16).
(III) Se hace sentir ya la oposición: curación del paralítico; llamamiento de Leví y la fiesta con él; discurso sobre el ayuno; controversia acerca del sábado (Lc. 5:17-6:12).
(IV) Llamamiento de los discípulos y elección de los doce apóstoles; discurso de Jesús sobre la vocación cristiana, y Sermón del Monte (Lc. 6:13-49).
(V) Episodios del ministerio de amor de Jesús, entre otros la curación del siervo de un centurión; resurrección del hijo de la viuda de Naín; pregunta de Juan el Bautista y respuesta de Jesús; testimonio dado acerca de Juan, unción de Jesús por parte de la mujer arrepentida (Lc. 7:1-50).
(VI) Extensión del ministerio de Jesús; viajes en Galilea con un grupo de discípulos: enseñanza mediante parábolas; intervención de la madre y de los hermanos de Jesús; apaciguamiento de la tempestad; curación del endemoniado gadareno, de la mujer con flujo de sangre, resurrección de la hija de Jairo, misión de los doce; investigación de Herodes, a consecuencia de la cual se retiró a un lugar desierto; multiplicación de los panes y de los peces para cinco mil hombres (Lc. 8:1-9:17).
(VII) Instrucciones a los discípulos en previsión del final del ministerio en Galilea y de la inminente muerte de Jesús; confesión de Pedro; predicción de Jesús sobre su muerte y resurrección; transfiguración; curación de un niño endemoniado; amonestación tocante al orgullo (Lc. 9:18-50).
(E) Los viajes de Jesús a Jerusalén (Lc. 9:51-19:48). Esta sección abunda en materiales que los otros evangelistas no presentan. Es probable que Lucas no dé un orden cronológico riguroso, sino que agrupe su material de una manera temática; algunos de los incidentes en esta sección podrían pertenecer a su ministerio en Galilea (Lc. 9:57-60; 13:18-21; prob. 11:14-13:5). Esta parte describe sobre todo los viajes de Jesús a Jerusalén, su última subida a esta ciudad, los discursos relacionados con estas circunstancias. Esta sección puede distribuirse de la siguiente manera:
(I) Partida de Galilea; la disposición del verdadero discípulo; Jesús es rechazado en un pueblo de los samaritanos; el Señor responde a tres aspirantes a discípulo; la misión de los setenta; el retorno de ellos; la pregunta de un doctor de la Ley; la parábola del buen samaritano; Jesús en casa de Marta y María; instrucciones acerca de la oración (Lc. 9:51-11:13).
(II) Jesús censura a los fariseos; exhorta a los discípulos a que le confiesen en público; denuncia la codicia; exhorta a la vigilancia, etc. (Lc. 11:14-13:5).
(III) Discurso acerca del verdadero Israel (parábola de la higuera estéril, liberación de la mujer enferma, parábola del grano de mostaza, de la levadura, exhortación a no mantener falsas ilusiones; lamentación sobre Jerusalén) y el servicio auténtico (curación del hombre hidrópico, parábola de los invitados a las bodas, del gran banquete, de la oveja perdida, de la dracma perdida, del hijo pródigo, del mayordomo infiel, de la viuda importuna y el juez injusto); hay también anécdotas e instrucciones que tratan del tema del servicio (Lc. 13:6-18:30).
(IV) Subida definitiva a Jerusalén: predicción renovada de la muerte y resurrección de Jesús; curación del ciego Bartimeo, conversión de Zaqueo, parábola de las minas, entrada triunfal en Jerusalén (Lc. 18:31-19:48).
(F) La última semana en Jerusalén: últimas enseñanzas en el Templo, últimas recomendaciones de Jesús a sus discípulos, su arresto, juicios y sufrimientos, su crucifixión y sepultura (Lc. 20-23:56).
(G) Apariciones de Jesús después de su resurrección, últimas instrucciones a los discípulos para la predicación del Evangelio, ascensión de Cristo (Lc. 24).
Lucas afirma que su exposición de los hechos es «por orden» (Lc. 1:3). El empleo de esta fórmula (Hch. 11:4; 18:23, «por orden»; Lc. 8:1, «después») demuestra que no se trata necesariamente de un orden cronológico riguroso. Aunque por lo general sigue la cronología, los hechos son a menudo agrupados de manera temática. Siguiendo el mismo método que en Hechos, Lucas ofrece un registro preciso y sistemático de la carrera del Fundador del cristianismo. Lucas afirma de una manera expresa que no había conocido personalmente a Jesús, sino que basa su obra en el relato de testigos oculares (principalmente los apóstoles), habiendo investigado todo con el mayor cuidado. Lucas aporta a la redacción de su Evangelio el espíritu de un verdadero historiador. Sus cualidades a este respecto aparecen claras de la manera en que habla acerca de los orígenes de Juan el Bautista y de Jesús: da la fecha del inicio de la actividad de Juan el Bautista con la cronología de la historia profana (Lc. 2:1, 3; 3:1, 2). Al presentar el ministerio de Jesús, pone en evidencia las principales ideas religiosas del Maestro, su triunfo sobre la oposición, y el fundamento histórico del cristianismo (cfr. el análisis anterior).
En este Evangelio se muestra la predilección de Lucas por las enseñanzas y las acciones que revelan la naturaleza a la vez humana y divina del Salvador. Según Lucas, el Evangelio de Cristo está destinado:
a todas las naciones (Lc. 2:32; 3:6; 4:24-27; 24:47, etc.);
a las almas perdidas;
a los humildes (Lc. 7:36-50; 15; 19:1-9, etc.);
a los pobres,
a los afligidos (Lc. 6:20-26; 7:11-18; 12:32).
El escritor muestra la gracia de la que estaba impregnado el carácter de Jesús: Su piedad, misericordia, caridad, vida de oración, santidad, y la delicadeza de sus sentimientos. En relación con lo que el Señor dice de las riquezas, Lucas emplea términos más duros que los otros evangelistas (Lc. 1:52, 53; 6:24, 25; 16:25, etc.). Se tiene que observar, por ello, que Cristo no estigmatiza a los privilegiados a causa de sus riquezas, sino solamente si depositan su confianza en sus posesiones y no son ricos para con Dios (Lc. 12:21). Las alusiones a los samaritanos vienen a ser la premonición de la desaparición próxima de las barreras étnicas (Lc. 10:33; 17:16).
El tercer Evangelio presenta a Cristo en su revelación de un Dios que quiere buscar y salvar a los hombres sufrientes y pecadores.
(c) Autor.
El vocabulario, en ocasiones médico, del escritor parece confirmar que el autor es Lucas. P. ej.: «el demonio, derribándole...» (Lc. 4:35); «una gran fiebre» (Lc. 4:38; cfr. Mt. 8:14; Mr. 1:30); «un hombre lleno de lepra» (Lc. 5:12; cfr. Mt. 8:2; Mr. 1:40); el caso clínico del endemoniado es descrito en Lc. 8:26-36 con detalles inexistentes en Mr. 5:1-16 o en Mt. 8:28-34: este hombre era poseído por muchos demonios, y de ello hacía mucho tiempo; el desventurado no vestía ropa, ni moraba en una casa; exclamó a gran voz; era atado con cadenas pero tenía tanta fuerza que las rompía y era impelido por el demonio a los desiertos; los testimonios relatan cómo fue sanado. Además, Lucas habla de los médicos con un poco más de indulgencia que Marcos (Mr. 5:26). Finalmente, destaca que el buen samaritano vendó las llagas del herido poniendo aceite y vino (Lc. 10:34; cfr. Hobart: «Medical Language of St. Luke»).
(d) Fecha.
La fecha de redacción del tercer Evangelio depende de la de Hechos. Pudiera ser que 1 Ti. 5:18 cite a Lc. 10:7, en cuyo caso el Evangelio de Lucas sería anterior al año 66. No hay razón alguna para situar la redacción del tercer Evangelio en una fecha posterior a la caída de Jerusalén; Lucas sólo habla de este acontecimiento en tiempo futuro, al relatar la predicción de Cristo con mayor detalle por cuanto era escrito para gentiles (Lc. 21:20-24; cfr. Mt. 24:15; Mr. 13:14). Es probable que Lucas redactara su Evangelio entre el año 57 y el 59 d.C. en Palestina, durante el encarcelamiento de Pablo en Cesarea; también es posible que durante estos dos años recogiera los materiales para la obra, que hubiera podido después redactar en Roma. Así, la redacción se sitúa entre las fechas extremas del año 58 y del 65 d.C. El autor tenía el proyecto de que esta obra fuera seguida de otra acerca de los orígenes del cristianismo, por cuanto el prefacio menciona a la vez la vida de Cristo y la obra de los apóstoles (Lc. 1:1, 2). El poco lugar que ocupan en el último capítulo de Lucas las últimas instrucciones de Cristo viene indudablemente dado por el hecho de que Lucas iba a reanudar este tema como sucede en el capítulo 1 de Hechos. Las iglesias del siglo II consideraban que el Evangelio de Lucas tenía autoridad; véase EVANGELIOS. Marción, el hereje gnóstico (segundo cuarto del siglo II) mutiló el tercer Evangelio, sirviéndose después de esta mutilación pretendiendo que era el único evangelio verdadero; al actuar de esta manera, demostraba sin embargo hasta qué punto se reconocía ya la autoridad de Lucas bien antes de su época. Justino Mártir cita Lc. 22:44 y 23:46. El fragmento de Muratori (hacia el año 170 d.C.) da el nombre de Lucas al tercer Evangelio. Hegesipo, Taciano, el incrédulo Celso, Clemente de Alejandría y Tertuliano, se refieren todos a «Lucas». Se tiene bien poca cosa que date del siglo I, pero no se puede dudar de manera racional del extendido uso del Evangelio de Lucas al inicio del siglo II.
Bibliografía:
Kelly, W.: «Lectures introductory to the New Testament», vol. I, The Gospels (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr. 1970, pub. orig. 1866);
Prod'hom, S.: «Pláticas sencillas sobre Lucas» (Ed. «Las Buenas Nuevas» St. Luis Mo s/f)
Robertson, A. T.: «Una armonía de los Cuatro Evangelios» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso 1954/1975)
Ryle, J. C.: «Lucas» (de la serie Los Evangelios explicados. Clíe, Terrassa, reimpr 1977)
Tenney, M. C. «Lucas», en Comentario Bíblico Moody del Nuevo Testamento (Ed Moody, Chicago, 1965/1971),
Trenchard, E.. «Los Cuatro Evangelios» (Literatura Bíblica, Madrid, 1974).
Véase también Marshall, I. H.: «Lucas», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977).