Cae en la zona montañosa de Palestina, sobre las colinas de Galilea, en Nazaret, Jerusalén, Hebrón (1 Mac. 13:22; Guerras 1:16, 2; 4:8, 3). Es esperada en enero o en febrero, aunque con frecuencia se dan inviernos sin nieve. Llega en ocasiones a espesores de 30 cm., pero raras veces dura más de un día. Al final del verano se puede ver aún sobre las alturas del Líbano y en los precipicios.
El Hermón está coronado de nieves eternas. Se menciona frecuentemente en las Escrituras como símbolo de pureza (Sal. 51:9; Is. 1:18; Lm. 4:7; Mt. 28:3), y la ponen entre los tesoros de Dios (Jb. 38:22), que es quien ordena su caída (Jb. 37:6); al caer, hace pensar en la lana, en las aves, en los saltamontes (Sal. 147:16; Ec. 43:18).
Se le reconoce a la nieve todo su valor como reserva de agua para el suelo (Is. 55:10).
En verano se usa la nieve, en ciertos lugares, para enfriar las bebidas (cfr. Pr. 25:13) y también para lavarse (Jb. 9:30).