Recipiente hondo, de cuero o piel de un animal, cosida en forma de saco, para recibir líquidos:
agua (Gn. 21:14),
vino (Jos. 9:4),
aceite y, especialmente,
leche (Jue. 4:19; cfr. Jb. 32:19; Mt. 9:17).
En el Sal. 119:83 se menciona «odre al humo», que se refiere probablemente al deterioro de un odre expuesto al humo de una chimenea.
El vino nuevo, que está pasando aún por un proceso de fermentación, debe ponerse en odres nuevos, que podrán resistir este proceso, en tanto que los cueros viejos reventarían (Mt. 9:17; Mr. 2:22; Lc. 5:37, 38).