Se usa simbólicamente de la omnipresencia de Dios: «Los ojos de Jehová están en todo lugar» (Pr. 15:3). «Los ojos de Jehová están sobre los justos» (Sal. 34:15; 1 P. 3:12; cfr. 2 Cr. 16:9; Zac. 4:10). Sus ojos están sobre los malvados, y Su ojo no perdonará, ni tendrá compasión en el día del juicio (Ez. 5:11).
También se usa el ojo simbólicamente del órgano que transmite la luz al alma. Si el ojo es sencillo (lo que significa que sólo hay un objeto, la gloria de Dios, ante el alma), todo el cuerpo está lleno de luz; pero si el ojo es malo, teniendo una dispersión de objetos (como cuando el ojo ve doble), todo el cuerpo estará lleno de tinieblas. Y si la luz (aunque sea luz verdadera) llega a ser tinieblas, estas tinieblas son realmente negras (cfr. Mt. 6:22, 23). Un cristiano en este estado puede estar haciendo aquellas mismas cosas que condena en otros. El cristiano es exhortado a no servir al ojo (Ef. 6:6), lo que significa que se debe actuar con diligencia y buen ánimo en el cumplimiento de las obligaciones, y no porque se tema la vigilancia.