La oveja fue domesticada desde el principio (Gn. 4:2). Los patriarcas hebreos tenían rebaños de ellas (Gn. 12:16). Sus descendientes, primero en Egipto y después en Canaán, siguieron ocupándose de su cría (Éx. 10:9; 12:32, 38; 1 Cr. 27:31), hasta el tiempo de Cristo (Lc. 2:8). El desierto de Judea, la región meridional y los campos de Moab ofrecían tierras de pastos (Nm. 32:1; Jue. 5:16; 1 S. 16:11; 25:2), lo mismo que los alrededores de Harán (Gn. 29:2), el país de Madián (Éx. 2:16), el país de Uz y de los agarenos (Jb. 1:1-3; 1 Cr. 5:20, 21), y los países frecuentados por las tribus de Cedar y de Nebaiot (Is. 60:7; Ez. 27:21; cfr. 1 S. 15:7, 9).
A causa del calor y de lo seco del clima de estas regiones, las ovejas tenían que ser abrevadas cada día (Gn. 29:7-10; Éx. 2:16-19). La carne de estos animales, ceremonialmente puros, era consumida (1 S. 14:32; 25:18; 2 S. 17:29; 1 R. 4:23), como también su excelente leche (Dt. 32:14; Is. 7:21, 22; 1 Co. 9:7). Con sus pieles se hacían vestidos burdos (He. 11:37; cfr. Zac. 13:4; Mt. 7:15) y se usaban en ocasiones para cubrir las tiendas (Éx. 26:14). La lana de la oveja, tejida, daba telas muy apreciadas (Lv. 13:47, 48; Jb. 31:20; Pr. 27:26; Ez. 34:3). Los vencedores exigían como tributo cantidades de lana (2 R. 3:4; Is. 16:1). El esquileo daba lugar a festejos (Gn. 38:12; 1 S. 25:4, 11, 36; 2 S. 13:23). Los cuernos de los cameros servían como trompas y recipientes (Jos. 6:4; 1 5. 16:1).
La oveja, animal puro, era ofrecida en sacrificio por los hebreos y por otros pueblos (Éx. 20:24; Nm. 22:40; Jn. 2:14). Los israelitas la inmolaban en holocausto (Lv. 1:10). El común del pueblo ofrecía una cordera como sacrificio de expiación (Lv. 4:32), y un carnero por el sacrificio de culpa (Lv. 5:15, 25) y por el sacrificio de acción de gracias (Lv. 22:21). (Véanse CORDERO, CARNERO.).
La oveja es:
afectuosa (2 S. 12:3),
dócil (Jn. 10:3, 4),
mansa (Is. 53:7; Jer. 11:19),
incapaz cuando es dejada a sí misma (Mi. 5:7; Mt. 10:16);
no puede ir sin ser conducida (Nm. 27:17; Ez. 34:5; Mt. 9:36; 26:31).
Las ovejas de Palestina y de las regiones vecinas son por lo general blancas (Sal. 147:16; Is. 1:18; Ez. 27:18); ocasionalmente pueden ser de color negro, pardo o blanco con manchas (Gn. 30:32).
Hay dos razas de ovejas en la tierra de Israel: al norte, los carneros y las ovejas tienen cuernos. Pero la especie de cola larga («Ovis laticaudata») es más común. Ya en la antigüedad se criaba esta especie en Arabia y en tierra de Canaán (Herodoto 3:113; cfr. Éx. 29:22; Lv. 3:9; 7:3; 8:25). El peso de estas colas que se venden en los mercados, varia entre los 4,5 kg. y casi los 7 kg. Si la oveja ha sido bien cebada, la cola se vuelve enorme; cortada en piezas y frita constituye un delicado manjar de la cocina del Medio Oriente.