Nombre tradicional que se da en las iglesias cristianas a una serie de peticiones y doxologías enseñadas por Jesús a Sus discípulos y consignadas en los Evangelios según San Mateo (Mt. 6:9-13) y según San Lucas (Lc. 11:2-4). Éste es uno de los pasajes más conocidos de la Biblia y ha figurado en los sermones, catecismos y formularios de cultos desde los Padres apostólicos. Es tan conocido por los cristianos, que en todos los idiomas se le cita por sus primeras palabras.
Las palabras de Jesús han sido transmitidas en dos formas distintas por los evangelistas, que también describen diversas circunstancias en el marco del período de entrenamiento de los discípulos por el Maestro. Cristo pone delante de los suyos un modelo de oración en el que después de la invocación al «Padre», tan grata a Jesús y tan característica del cristianismo, coloca siete peticiones. La versión que nos trae el Evangelio de San Mateo es más apta para la recitación comunitaria, mientras que Lucas nos la transmite con las características propias de una oración más personal como la que hiciera el Señor Jesús en Getsemaní.
Numerosos son los tratados y exposiciones de esta oración cristiana por excelencia. El gran aprecio de los Padres de la Iglesia se puede compendiar en la frase de Tertuliano: «es el compendio de todo el Evangelio» (PL 1:1255). Las Iglesias Reformadas que siguen las enseñanzas de Calvino, cuando desecharon las antiguas liturgias, mantuvieron el Padrenuestro engastado en las fórmulas más ágiles de sus cultos. El Catecismo de Heidelberg la usa como ejemplo de oración y hace una larga exposición práctica de sus peticiones.
Numerosas son las versiones de esta oración al español, pero el pueblo gusta repetir una clásica que viene del siglo XVI. Cuando Cristo la enseñó, mostraba a los suyos un modelo de pedir al Padre, y no enseñaba a repetir la fórmula como si por sí misma ella tuviese eficacia mágica. (Véanse ORACIÓN, PADRE, REINO DE DIOS.)
Bibliografía:
Vila, D.: «El Padrenuestro» (Ed. Clíe, Terrassa, 1972).