La paja de trigo y de cebada era dada como forraje al ganado, a los camellos, a los asnos y a los caballos (Gn. 24:25, 32; Jue. 19:19; 1 R. 4:28; Is. 11:7).

Los egipcios mezclaban el barro con paja para hacer ladrillos, a fin de hacerlos más compactos y resistentes.

La paja es también símbolo de aquello que no puede resistir la prueba de la justicia de Dios, así como de aquellos que serán objeto de Su indignación en retribución y juicio (Is. 25:10; Mt. 3:12; Lc. 3:17; cfr. «heno» en 1 Co. 3:12, usado de lo que es indigno o inútil en la vida del cristiano).

En las profecías se anuncia el amanecer de la era gloriosa del reinado de Cristo, en la que «el león comerá paja como el buey» (Is. 65:25).


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