Nombre que los griegos y romanos aplicaron a todo el país habitado por los israelitas, y que desde entonces le ha sido aplicado de manera general. En realidad es un término impropio: Se deriva de Filistea, nombre de la estrecha franja dominada por los filisteos (cfr. Herodoto 7:89 y Jl. 3:4; Éx. 15:14; Is. 14:29, 31). Los antiguos hebreos daban el nombre de Canaán a la fracción de este territorio situada al oeste del Jordán, distinguiéndola del país de Galaad, al este del río. Después de la conquista, toda la región recibió el nombre de Israel (1 S. 13:19; 1 Cr. 22:2; Mt. 2:20). Después del cisma nacional, el nombre de Israel designaba con frecuencia el reino del norte. En He. 11:9 el país recibe el nombre de «Tierra Prometida». Poco después del inicio de la era cristiana, los escritores griegos y latinos empleaban el término de «Palestina». En la Edad Media se empleaba en general el nombre de «Tierra Santa». La administración inglesa, al hacerse cargo de estos territorios, conquistados a los turcos en la Primera Guerra Mundial, usaron constantemente el nombre «Palestina». En este diccionario se usa como término de conveniencia, debido a su extendido uso en contextos geográficos, pero reconociendo la impropiedad de su aplicación. No se puede aplicar en realidad el término de Filistea a todo el conjunto. Es mucho más propio denotarla como tierra de Canaán o, mejor, de Israel, o bien Tierra Prometida, como lo fue a Abraham y a su descendencia (cfr. Gn. 15:18-21). Señalada esta salvedad, se usará en adelante Palestina como nombre de conveniencia.

(a) Sus límites y extensión.

El territorio que ocupaban los hebreos se extendía, de sur a norte, desde Cades-barnea y desde el wadi de el-'Arish hasta el Hermón. Desde el oeste hasta el este, iba desde el Mediterráneo al desierto oriental, con excepción de la llanura filistea y del país de Moab. Los más grandes reyes de Israel dominaron Hamat y Damasco, llegando sobre el Éufrates, y sometieron también a Amón, Moab y Edom.

Los hebreos expresaban los límites de su país con la expresión «desde Dan a Beerseba» (más de 240 Km.). El wadi el-Fikrah y el Arnón constituían entonces su frontera meridional. La densidad de la población residente dentro de estos límites era grande. Omitiendo la mayor parte del territorio de Simeón y una fracción de Neftalí, se constata que sus límites describen un paralelogramo aproximado cuya altura (medida en las latitudes de Dan y del extremo meridional del mar Muerto) es de alrededor de 233 Km., y su base de 113 Km. Su superficie es de alrededor de 26.288 Km2. Este paralelogramo incluye la región de los filisteos, que en su época de máxima extensión iba desde el Carmelo hasta Beerseba. Restando la superficie correspondiente a esta franja, los hebreos ocupaban alrededor de 21.716 Km2. La Palestina oriental tenía entonces algo más de 9.842 Km2, desde el Hermón hasta el Arnón. La Palestina occidental, hasta Beerseba al sur, y junto con Filistea, tenía aprox. 15.642 Km2.

(b) Su población.

En la época de la conquista había 600.000 varones, lo que da una población total de alrededor de dos millones de personas para un territorio de alrededor de 21.716 Km2. El rey David hizo llevar a cabo un censo sobre un territorio mucho mayor. En 1978 el Estado de Israel contaba con 3.737.600 habitantes. La Biblia y el historiador Flavio Josefo declaran que la densidad de la población era considerable. Esto es atestiguado asimismo por los vestigios de numerosas ciudades. Las innumerables colinas existentes aparecen casi siempre coronadas por una ciudad o un pueblo, bien habitado, bien en ruinas.

(c) Geología estructural de Palestina.

La costa oriental del mar Muerto está bordeada por un banco de «arenisca de Nubia» (que también recibe el nombre de arenisca de Petra), y también una parte del acantilado que bordea el valle del Jordán sobre su ribera oriental. Estas mismas formaciones se vuelven a hallar sobre las vertientes occidentales del Líbano y del Antilíbano; por lo general son de un rojo fuerte o ennegrecido. Representan una formación en la que se aprecian movimientos de vaivén de las aguas que descargaron los sedimentos; en la interpretación actualista de la historia geológica estas formaciones son clasificadas en su mayor parte como pertenecientes al Jurásico, aunque se reconocen también terrenos atribuidos a distintas clasificaciones, desde el Carbonífero hasta el Cretáceo inferior, y proyectándose hasta el mismo Cretáceo. Por encima se halla la formación geológica más importante de Palestina: la «caliza cretácea», que constituye la mayor parte de la meseta, al este y al oeste del Jordán. En Jerusalén hay dos capas de caliza, la superior, más dura, que los habitantes llaman «misseh», y la capa inferior, blanda, que denominan «melekeh». Las excavaciones de los depósitos, de las sepulturas, por debajo de la ciudad y sus alrededores, han llegado a penetrar en el «melekeh». Los cimientos de los edificios descansan sobre el sólido «misseh». Las canteras cercanas a la Puerta de Damasco se hallan en el «melekeh». De allí provenía la piedra usada para el Templo. Se hallan bancos de caliza desde el Carmelo, descendiendo hacia el sur hasta Beerseba, desde donde giran hacia el suroeste, corriendo paralelos al Mediterráneo. Estas calizas son atribuidas a épocas más recientes que las anteriores. Alrededor de Jerusalén y en las cercanías de Siquem se hallan también formaciones de calizas asignadas a épocas más recientes, recibiendo el nombre de «numulíticas» porque presentan una gran abundancia de numulites (género de foraminíferos, diminutos animales recubiertos de una concha calcárea en la linde del campo microscópico). Estas calizas numulíticas son atribuidas en el esquema geológico actualista al Eoceno medio. Sin embargo, la caliza numulítica está tan asociada con la caliza cretácea que parece que las dos constituyen una sola formación. Flaqueando la caliza numulítica al oeste se halla una larga capa de greda calcárea que atraviesa la franja filistea y que aparece hasta el norte en formaciones aisladas, llegando hasta las cercanías del Carmelo. Es una greda porosa, blanda, fácilmente disgregable, dejando al descubierto la caliza más dura de la meseta, y descendiendo hacia las planicies de Judea y de Samaria de manera abrupta. Entre esta greda de la Filistea y el Mediterráneo se hallan unas playas elevadas atribuidas al Plioceno superior. La costa mediterránea de Filistea, especialmente allí donde el terreno es bajo, presenta una serie de dunas, algunas de las cuales llegan a los setenta metros de altura. Las del suroeste han podido ser formadas, en parte al menos, por las arenas de Egipto y del Sinaí arrastradas por los vientos. Las dunas septentrionales provienen de arenas erosionadas por los vientos de la greda calcárea de Filistea y tienden a invadir los territorios cultivados.

Aparte de esta consideración de las formaciones sedimentarias, se debe indicar que las formaciones atribuidas al Carbonífero se hallan salpicadas de «rocas volcánicas» relacionadas con la gran masa de granito, de diorita y de felsita que se halla más al sur, en el Arabá y en el Sinaí. Más allá de la ribera oriental del Jordán, algo más allá del Hermón hasta el sur del mar de Galilea, y hacia el este y el sudeste de Haurán, más allá de Palestina, el país se halla cubierto por una inmensa acumulación de materias volcánicas: basalto, dolerita, felsita. Se hallan bloques diseminados de estas rocas volcánicas por la Palestina occidental, al oeste y al noroeste del mar de Galilea, y en otros parajes.

Para un examen de los temas geológicos y una discusión de los modelos contrapuestos de la trama geológica de la tierra, véase DILUVIO y la bibliografía correspondiente.

(d) Geografía física de Palestina.

El país se divide en cinco regiones:

la llanura marítima;

el país bajo llamado la Sefela;

la cadena montañosa central;

el valle del Jordán;

la meseta oriental.

Estas cinco zonas paralelas atraviesan todo el país de norte a sur, con excepción de ciertas desviaciones. En Samaria, la cadena montañosa central se dirige hacia la llanura marítima, llamada Sarón. El paralelismo de estas zonas queda interrumpido en el valle del Esdraelón (o de Jezreel) que detiene la cadena de montañas y une la costa mediterránea con el valle del Jordán.

(A) La llanura marítima va a lo largo de toda la costa palestina, con la sola interrupción del Carmelo. Muy estrechada al norte del Carmelo, la llanura mide más de 9,5 Km. al sur de esta montaña, y se ensancha aún más al descender al sur. Forma un país ondulante y fértil, con una altura entre los treinta y setenta metros por encima del nivel del mar. Entre el Carmelo y el Nahr-el-Audjeh, cuya desembocadura se halla al norte de Jope, esta llanura recibe el nombre de Sarón. Al sur de Jope estaba ocupada por los filisteos.

(B) El país bajo, denominado Sefela, cubierto de montecillos, se extiende entre la llanura marítima, al sur del Carmelo, y el macizo central. La Sefela es una terraza que domina el Mediterráneo desde unos 150 m. de altura; su nombre designa casi exclusivamente la parte del país bajo que se extiende a partir de la latitud de Jope hasta Beerseba al sur. Una serie de valles corren al norte y al sur entre la Sefela y el medio del país.

(C) La cadena (o elevación) central sigue después del Líbano. Los montes altos descienden de altura al sur del río Leontes, formando una elevada meseta que llega al sur a la extremidad septentrional del mar de Galilea y de Akko (Aco, véase TOLEMAIDA). Ésta es la alta Galilea, cubierta de colinas que oscilan entre los 600 y los 900 m.; algunas cumbres, como Jebel Jermuk, llegan a los 1.200 m. La baja Galilea tiene una forma triangular: su lado oriental está formado por el mar de Galilea y el Jordán hasta llegar a Bet-seán; al suroeste se halla el valle de Esdraelón. La baja Galilea consiste en una serie de montes bajos que van de este a oeste; hay numerosas colinas que no llegan a más de 100 o 200 m., con algunas cumbres más altas al oeste del mar de Galilea. Al suroeste de este lago se halla el Tabor, de 562 m. de altura; más al sur se halla el monte Gilboa, una de cuyas cumbres tiene 500 m. de altura y la otra algo menos. La parte meridional de la baja Galilea se inclina hacia el valle de Esdraelón, que no pasa de los 90 m. de altura. Al sur del Esdraelón hay numerosos wadis que cortan la cordillera, cuyas montañas forman sierras separadas; sus laderas son accesibles desde la llanura marítima, desde el Esdraelón y desde el valle del Jordán. El monte del Carmelo se dirige hacia el noroeste; la altura media de su cordillera es de 609 m., y su cumbre más alta tiene 651 m. En Samaria, el monte Ebal tiene 938 m., el Gerizim, 868 m. Desde Bet-el hasta Hebrón y hasta casi Beerseba, la cordillera forma, a lo largo de 70 Km., un macizo cuyos flancos se levantan de manera abrupta al este y al oeste; su altura media es de 670 m. Ciertas localidades son elevadas: Bet-el está a 893 m.; Jerusalén tiene 791 m. de altura en su parte más alta; Belén llega a los 776 m.; Hebrón a 926 m. A alrededor de 24 Km. al sur de Hebrón, los montes descienden hacia el desierto. La estrecha meseta que ocupaban las tribus de Judá y de Benjamín se halla en el punto más elevado de la cadena.

(D) El valle del Jordán es una extraordinaria falla que empieza al pie del Hermón, a alrededor de 518 m. de altura. El valle, cerrado a sus dos lados por montañas, se va haciendo más y más profundo al descender hacia el sur; al llegar al mar Muerto, el valle del Jordán está a 393 m. por debajo del nivel del Mediterráneo. (Véanse MAR MUERTO, JORDÁN.) Aunque no constituía un obstáculo infranqueable, dificultaba las comunicaciones entre los pueblos de la orilla oriental del río al sur del Jaboc hasta Edom, y las tribus de Judá y Benjamín al oeste.

(E) La meseta oriental es una gran meseta fértil, a más de 900 m. Esta meseta va desde los acantilados del Jordán hasta el desierto de Siria. La garganta del Jaboc la corta en dos, y el Yarmuk corta a su vez la zona septentrional inmediatamente al sur del mar de Galilea.

 

(e) Los principales caminos de Palestina.

La estructura de Palestina ha determinado sus vías de comunicación. El gran camino comercial y militar entre Egipto y los imperios orientales pasaba por Palestina. Esta arteria comercial pasaba entre el wadi de el-'Arish, en las cercanías de su desembocadura, y seguía la costa hasta Gaza, donde se unía con el camino que llegaba de Elat y de Arabia; siguiendo a través de la llanura filistea, llegaba a Asdod. Más al norte, el camino se bifurcaba: una ramificación, que seguía la costa por Jope y Dor, rodeaba el Carmelo siguiendo la costa por la base de la montaña; por debajo de la montaña el paso tiene sólo 180 m. de ancho, y está cortado por rocas. La otra rama, la principal, partía de Asdod, atravesaba Ecrón y Lod, franqueaba los montes y llegaba al valle de Esdraelón por uno de los siguientes tres pasos:

(A) el camino occidental, que pasaba cerca de Tell Keimun, conducía a Akko (Aco), Tiro, Sidón, y más hacia el norte;

(B) la ruta central llegaba a el-Lejjun (Meguido), atravesando el valle de Esdraelón y la baja Galilea hasta la llanura de Cineret, y seguía el Jordán río arriba; después, el camino remontaba el valle del río Litani, entre el Líbano y el Antilíbano, llegando a Hamat y más hacia el norte. Otra ramificación atravesaba el Jordán entre el lago de Huleh (aguas de Merom) y el mar de Galilea, y se dirigía hacia el noreste, a Damasco;

(C) el tercer camino, más frecuentado, partía del camino marítimo, pasaba de Dotán a En-ganim, donde se bifurcaba: una rama se unía con la ruta de la baja Galilea, ya mencionada. La otra conducía a Bet-seán, donde se dividía a su vez, y llevaba a Galaad por una parte y a Damasco por la otra. Todos los caminos que se dirigían hacia el norte permitían ir a Carquemis, sobre el Éufrates.

Otra vía se dirigía de la llanura del Esdraelón a Egipto. Atravesando la región de las colinas, pasaba por Samaria, Siquem, Bet-el, Jerusalén, Belén, Hebrón, Beerseba. En este lugar la ruta se bifurcaba y se podían elegir varios itinerarios: yendo oblicuamente hacia el sur, se tomaba la gran vía que seguía la costa; se podían seguir también las rutas de Rehovot y de Ain Muweileh, desde donde se llegaba a Egipto a través del desierto. Una de las rutas de Bet-seán a Edom descendía por el valle del Jordán y tocaba Jericó; los viajeros que querían acudir a Jerusalén tomaban desde Jericó el empinado camino que subía a la capital. Desde Jericó el camino proseguía a lo largo de la ribera occidental del mar Muerto, pasando por En-gadi, donde se unía con el camino que venia de Jerusalén y de Belén. De En-gadi se llegaba a Edom y a Elat, y a Ákaba, en el mar Rojo. El camino de Palestina se unía en Elat con las rutas de caravanas que iban desde Egipto y de Gaza hasta el sur de Arabia.

Al este del Jordán había una ruta de caravanas que provenía de Damasco y que seguía la linde del desierto hacia Arabia (véase DECÁPOLIS). En este camino desembocaban varios otros: uno que salía de Bet-el y que atravesaba Galaad; otro, que descendía de Siquem al wadi Fãr'ah, hasta el vado del Jordán, por debajo de la desembocadura del Jaboc, atravesando Galaad a continuación, y muriendo en Rabá de Amón; un tercer camino salía del vado cercano a Jericó y pasaba por Hesbón. Al oeste del Jordán, un camino atravesaba Galilea, y se dirigía casi derecho hacia el este a partir de Akko (Aco), uniéndose al camino de Damasco cerca del lugar donde éste cruzaba el Jordán, a mitad de camino entre las aguas de Merom (lago de Huleh) y el mar de Galilea. No era fácil llegar desde la llanura marítima a las altiplanicies ocupadas por las tribus de Judá y Benjamín, Un importante camino conducía desde la llanura de Sarón y del Nahr el-Audjeh (situado cerca de Ras el-'Aîn, esto es, Antípatris) al sureste, hacia la región de las colinas; se unían con el camino que llevaba de Samaria a Jerusalén en un punto situado a 3 Km. al suroeste de Bet-el. Había una ruta que unía el puerto de Jope con Jerusalén, y que pasaba por el valle de Ajalón y por Bet-horón. El camino más corto de Asdod a Jerusalén pasaba por el wadi es-Sarãr y por Bet-semes; también se podía llegar a Jerusalén y a Belén por el wadi es-Sant. Se llegaba a las colinas cercanas a Hebrón desde el wadi el-'Afranj, cerca de Beit Jibrin, y por el wadi el-Hasi, cerca de Tell el-Hasi, en las cercanías de Laquis.

(f) Climatología de Palestina.

Vista la configuración del país y sus contrastes, el clima es muy variable. El Hermón tiene nieves eternas, en tanto que Jericó, en el valle del Jordán, así como en En-gadi, en la costa del mar Muerto, tienen un clima tropical. En enero, el mes más frío en Jerusalén, las temperaturas extremas oscilan entre los + 10 y los -2 grados centígrados. En agosto, la temperatura media es de 26 grados en Jerusalén; en esta ciudad no se llega normalmente a más de 33 grados de máxima a la sombra (aunque en ocasiones se llega a los 40). En Jericó, en agosto se llega a 48 grados centígrados. (Véase LLUVIAS.)

(g) Flora de Palestina.

La extraordinaria riqueza de la flora, en la que aparecen plantas de diversas latitudes, proviene de la diversidad geográfica y climática que presenta Palestina. En estudios efectuados por Tristram se ha comprobado que de 3.002 plantas, fanerógamas y criptógamas, 2.563 son paleoárticas; la mayor parte de ellas pertenece a la zona mediterránea; 161 son originarias de Etiopía, 27 de la India, y 251 son peculiares de Palestina. Desde los montes del Taurus hasta la región meridional de la península del Sinaí, y entre el Mediterráneo y el desierto de Siria, se han clasificado 850 géneros y alrededor de 3.500 especies.

(h) Fauna de Palestina.

La clasificación de las diversas especies de animales se corresponde con la de las plantas de Palestina. De las 113 especies conocidas de mamíferos palestinos, Tristram descubrió que 55 de ellas pertenecían a la región paleoártica, a la que también pertenecen las especies europeas; 34 son originarias de Etiopía, 16 de la India, y 13 autóctonas de Palestina. Hay especies que pertenecen a dos regiones. De 348 especies de aves, 271 son paleoárticas, 27 etíopes, 4 indias, y 11 autóctonas de Palestina. Sean plantas o animales, los tipos africanos e indios se hallan especialmente en la cuenca del mar Muerto y, en proporción menor, en la depresión inferior del valle del Jordán.

(i) Etnología de Palestina.

Los habitantes autóctonos, vigorosos, altos, eran los anaceos (Jos. 11:21, 22), los refaítas (Gn. 14:5), los emitas, los zomzomeos, los horeos (Dt. 2:10-23). Seguían existiendo restos de la población autóctona en la época de la monarquía (2 S. 21:16-22). A la llegada de Abraham, el país estaba ocupado especialmente por los amorreos y por otras tribus cananeas menos importantes. Había también filisteos y fenicios establecidos a lo largo de la costa mediterránea. Había heteos (hititas) en la frontera septentrional y en Hebrón. Los filisteos procedían del oeste, probablemente de Creta (véase FILISTEOS). Los cananeos y los fenicios, que eran asimismo de origen cananeo, hablaban una lengua semítica. Dirigidos por Moisés y después por Josué, los hebreos vencieron a estos pueblos, pero no los destruyeron completamente. La ocasional asimilación de edomitas, amonitas y semitas por la conquista y la inmigración no modificó la raza de los hebreos, por cuanto estos pueblos eran semitas y descendían de Abraham. La conquista de tribus arameas no hizo otra cosa que añadir otros semitas a la comunidad de Israel. Después de la caída de Samaria, los asirios deportaron las tribus israelitas asentadas en el norte y este de Palestina, y las reemplazaron con colonos de Hamat, de Babilonia y de Elam (2 R. 17:24; Esd. 4:9). Se trataba, en su mayor parte, de semitas y de arios. Numerosos griegos entraron en Palestina siguiendo a Alejandro Magno, estableciéndose en Akko (Aco), que ellos denominaron Ptolemais (véase TOLEMAIDA), y fundando las ciudades griegas de Decápolis, introduciendo en cierta medida el lenguaje, las costumbres y la cultura de Grecia. Más tarde, los romanos, funcionarios y soldados, ocuparon el país, fundando colonias. Los musulmanes lucharon por el control de Palestina desde el año 633 hasta el 640 d.C. Tuvo lugar una batalla decisiva sobre el Yarmuk (636): Jerusalén cayó el año 638 (véase JERUSALÉN, c, C). Se implantaron colonias fundadas por soldados árabes en las ciudades y los pueblos. En 1517 los turcos se apoderaron de Palestina, pero los judíos no se mezclaron con los musulmanes. Esta dominación dejó de existir en 1917, cuando el ejército británico ocupó el territorio. Gran Bretaña protegió entonces la creación de un hogar nacional judío y la inmigración judía; esta actitud pronto cambió, no obstante, y el 15 de mayo de 1948 los británicos abandonaban Palestina, cediendo el control de todos los puntos clave, así como suministros vitales, a las autoridades árabes. A pesar de la prepotencia árabe y de la amenazante legión árabe de Transjordania encuadrada por oficiales británicos, David Ben Gurión proclamó el 15 de mayo de 1948 el Estado de Israel, quedando entonces Judea y Samaria, así como la ciudad vieja de Jerusalén, en poder de Transjordania hasta 1967.

(j) Historia de Palestina.

La historia antigua de este país antes de la llegada de Abraham es poco conocida. Los anales hebreos, como ya se ha mencionado, recuerdan las razas que habitaron sucesivamente el país. Los soberanos de Babilonia empezaron muy pronto a dirigir expediciones hacia el oeste. La campaña de Quedorlaomer en la Palestina oriental, en tiempos de Abraham, queda descrita en Gn. 14. Los babilonios hicieron de su cultura, lengua, y de la escritura cuneiforme, unos medios de contactos internacionales. Para la relación de Egipto con Palestina, véase EGIPTO; para la conquista bajo Josué, véanse CANAÁN, LA TIERRA Y SU CONQUISTA; véanse también HISTORIA BÍBLICA, AMORREOS, HICSOS, HITITAS, HOREOS, etc.

(k) Toponimia y topografía de Palestina.

Se ha calculado que la Biblia y los no inspirados libros apócrifos mencionan 622 ciudades al oeste del Jordán. Los nombres geográficos citados en las listas de Tutmose III, Seti I, Ramsés II y Sesonk I en Karnak son de gran importancia para la localización de los lugares de Palestina. Estas citas arrojan mucha luz sobre la topografía palestina y sobre los toponímicos del libro de Josué. Las tabletas de Tell el-Amarna dan los nombres de las ciudades palestinas en la época de Amenofis III y IV (véase AMARNA). Los documentos asirios contienen también alusiones a los mismos lugares, especialmente a aquellos que tuvieron relación con sus expediciones a Palestina. Eusebio, obispo de Cesarea (primera mitad del siglo IV d.C.), escribió un tratado de los nombres de los lugares que figuran en las Sagradas Escrituras. Jerónimo, que estuvo en Belén un siglo después, lo tradujo y aumentó. Esta obra recibe el nombre de Onomasticón, y se debe a los trabajos de Eusebio y de Jerónimo. En esta obra se ofrecen detalles que en numerosas ocasiones son de gran valor, aunque se da alguno absurdo, acerca de la situación de los antiguos lugares de Palestina.

Reland efectuó unas investigaciones que publicó en 1714. Los viajes de Seetzen y de Burckhardt, particularmente al este del Jordán, a inicios del siglo XIX, abrieron el camino al prof. Robinson, que llevó a cabo una sistemática exploración científica de Palestina en 1838. Al preguntar a los nativos los nombres de las ruinas o de ciertos lugares aún habitados, se dio cuenta de que estos lugares tenían, bajo una forma árabe, los antiguos nombres hebreos. Robinson, ayudado por un misionero llamado Smith, efectuó así importantes descubrimientos sobre la topografía de Palestina. En 1841 publicó, en tres volúmenes, el resultado de sus investigaciones; en 1856 apareció un nuevo volumen titulado «Later Biblical Researches». El autor había aportado a todas estas investigaciones una gran penetración, un criterio certero, y profundos conocimientos. Un gran número de sus conclusiones sigue en pie.

En 1865 se constituyó en Inglaterra una sociedad denominada «The Palestine Exploration Fund», a fin de llevar a cabo, con un espíritu científico, todo tipo de investigaciones en Tierra Santa. La sociedad dirigió los levantamientos topográficos de una gran parte de Palestina y preparó, en 26 planchas, un magnífico mapa del país. Esta misma sociedad llevó a cabo diversas excavaciones. En 1900 se fundó en Palestina el centro de estudios denominado «American School of Oriental Study and Research». En 1921 se abrió en Bagdad una escuela análoga. Los dos establecimientos se asociaron bajo el nombre de «American Schools of Oriental Research».

(l) Resultados de las excavaciones arqueológicas.

Es imposible siquiera bosquejar en poco espacio la gran cantidad de trabajos y resultados conseguidos en las excavaciones en Palestina. Se han hallado vestigios importantes anteriores a Abraham. Las trazas de civilización identificadas como más antiguas aparecen en Teleilat Ghasul, justo al norte del mar Muerto, cerca de Jericó. Ya en aquella época lejana se adornaban las casas de ladrillos sin cocer con asombrosas y artísticas pinturas murales. De la Edad del Bronce (edad asignada a 3.000-2.000 a.C.) se han hallado los primeros santuarios cananeos de Meguido, Jericó y Hai. La Edad del Bronce Medio (alrededor de 2.000-1.500 a.C.) se correspondería con la entrada de Abraham en Palestina; la arqueología confirma plenamente el trasfondo cultural e histórico que nos dan los textos bíblicos. Las ciudades estaban protegidas por elevadas murallas, por torres, fosos y construcciones gigantescas. Las regiones altas estaban sumamente arboladas y poco pobladas. El final de la Edad del Bronce (1.500-1.200 a.C.) queda marcado por la invasión y establecimiento de los israelitas. La ciudad de Jericó tomada por Josué queda identificada en las excavaciones arqueológicas (véase JERICÓ). Acerca de la identificación de Hai, véase HAI. También se han llevado a cabo exploraciones en Bet-el y Laquis, que tuvieron un gran papel en la época de la conquista. Otras localidades en las que las excavaciones han arrojado mucha luz son, de manera particular, Bet-seán, Taanac, Meguido, Gezer, Bet-semes, Samaria, Jerusalén, Gabaa, Debir, Hazor y Dotán. Los estudios de estas y otras excavaciones han sido y son publicados en revistas como «Bulletin of the American Schools of Oriental Research» (BASOR); «Biblical Archaeologist», Biblical Archaeology Review», etc.

Bibliografía:

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