Ave (Sal. 55:7; Cnt. 1:15; 5:12) con un grito lastimero (Is. 38:14); la paloma es dulce y afectuosa (Cnt. 2:14; 5:2; 6:9), pero incauta (Os. 7:11), tímida, asustadiza. En estado silvestre mora en ocasiones en los valles (Ez. 7:16) haciendo su nido en las paredes de las barrancas, en las grietas de las peñas (Jer. 48:28). La paloma doméstica huye hacia su palomar o hacia la ventana de su dueño (Is. 60:8; cfr. Gn. 8:8-12).

Jesús hace alusión a su proverbial inocencia (Mt. 10:6). Esta ave era comprada y vendida en los recintos del Templo (Mt. 21:12; Mr. 11:15; Jn. 2:14), porque era usada en los sacrificios (Lv. 5:7; 12:8; Lc. 2:24).

La paloma simboliza al Espíritu Santo (Lc. 3:22).

Las palomas forman una familia de aves («columbidae») de las que Tristram enumera cuatro especies en Palestina:

la paloma torcaz («columba palumbus»), que entra en las ciudades. Grandes bandadas de estas palomas frecuentan Palestina en primavera y en otoño, durante las migraciones anuales; hay algunas torcaces aisladas que se quedan allí todo el invierno.

La palomina («columbacenas») se halla especialmente al este del Jordán, o en el mismo valle de este río.

El pichón de roca («columba livia») abunda en la costa del oeste del Jordán y en la región montañosa de Judea y Samaria.

La paloma silvestre, de color grisáceo («columba schimperi») es muy común en el interior de Palestina y en el valle del Jordán; se refugia en las cavernas y en las grietas de las peñas. Ésta es la especie a la que se hace alusión en Jer. 48:28. (Véase FAUNA DE LA BIBLIA.)


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