Casi todas las regiones accidentadas y montañosas de Palestina tienen peñas; entre ellas se pueden contar la
de Oreb (Jue. 7:25),
de Etam (Jue. 15:8), etc.
Las peñas de Horeb y de Meriba son famosas por ser las que Moisés golpeó para dar agua a Israel (Dt. 8:15).
Dios es llamado:
«la Roca» de Su pueblo (Dt. 32:4, 18, 37; 1 S. 2:2; Sal. 18:3, 32, 47; 19:15; 28:1; 42:10; 62:3; 73:26; 78:35; 92:16; Is. 17:10; 44:8),
la Roca de Israel (2 S. 23:3; Is. 30:29),
la Roca de los siglos (Is. 26:4, RV Rev. 77).
Cristo era la «roca espiritual» de donde surgía el agua viva para los israelitas en el desierto (1 Co. 10:4). Con ello, Pablo indica que la peña de Horeb era un tipo del Señor golpeado por nosotros (Éx. 17:6). Más tarde; y en una circunstancia similar, Moisés debía hablar a la peña en Meriba, no golpearla (Nm. 20:8-12), lo que es una imagen del hecho de que Cristo no debe ser inmolado una segunda vez. Su sacrificio es totalmente eficaz, habiendo sido hecho una vez para siempre (He. 7:27; 9:28; 10:10, 12, 14). La desobediencia de Moisés fue tan grave a los ojos de Dios que quedó privado, junto con Aarón, de entrar en la Tierra Prometida.