Parte de la Biblia que se lee en determinadas ocasiones en el culto.
Así ya en los servicios religiosos de los judíos, en los que, en Palestina, se acostumbraba a leer todo el Pentateuco a lo largo de tres años.
Sólo las grandes festividades tenían sus propias perícopas.
En la liturgia cristiana se siguió una costumbre parecida. Sin embargo, aquí la lectura continuada fue prácticamente abolida por haberse confeccionado una selección de perícopas en la Iglesia Católica Romana según las fiestas y sus tiempos o según las «estaciones» de las iglesias. Las perícopas fueron escogidas en parte sobre interpretaciones ya superadas de textos bíblicos, y frecuentemente no tomaban en consideración el sentido unitario del pasaje del que se entresacaba la perícopa. Así nacía en los oyentes la impresión de que las perícopas eran «unidades bíblicas» autónomas, con sentido pleno en sí mismas, con el resultado de que nunca se llegaba a conocer la intención del libro como tal.
La Reforma de Lutero enseñó al pueblo a leer la Biblia por sí mismo, y a leer los libros enteros, para así poder entender lo que dicen, y no solamente escuchar ciertas porciones de labios de los predicadores.