(gr. «archai»: «principios»).

Se usa de la posición de aquellos que tienen el primer lugar como gobernantes entre los hombres (Tit. 3:1, «gobernantes»). Sin embargo, este término se emplea de modo especial para denotar a los poderes espirituales del mundo invisible, sean buenos o malos (véase ÁNGEL). Fueron creados por el Señor, y Él es la cabeza de todos ellos (Col. 1:16; 2:10). Algunos cayeron de la posición de confianza que les había sido asignada: no guardaron su primer estado o principalidad (Jud. 6). Otros luchan en contra de la posición celestial de los santos (Ef. 6:12). El Señor «despojó» a los principados en la cruz (Col. 2:16), y en Su resurrección fue exaltado por Dios infinitamente por encima de todos estos poderes creados (Ef. 1:21; 3:10).


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