Cargo de la administración romana.

En las provincias imperiales, esto es, las administradas directamente por el emperador, había un procurador, que era a la vez gobernador civil y militar. En Judea lo fueron, entre otros,

Poncio Pilato (Mt. 28:14),

Félix (Hch. 23:24),

Festo (Hch. 24:27; 26:30).

Fue después de la destitución de Arquelao, el año 6 d.C., que Roma decretó la fusión de Judea, Samaria e Idumea, bajo el nombre de «provincia de Judea», como división de Siria, y para ser administrada por procuradores (Ant. 17:11, 4; 13:5; Tácito, Anales 12:23; Historia 5:9). Los procuradores de Judea fueron, sucesivamente:

Coponio (Ant. 18:1, 1; 2:2; Guerras 2:8, 1);

Marco Ambivio;

Annio Rufo, en la época de la muerte de César Augusto;

Valerio Grato, que ejerció el cargo durante once años (Ant. 18:2, 2);

Poncio Pilato, designado por Tiberio, y por quien fue destituido diez años más tarde. Pilato llegó a Roma justo después de la muerte de Tiberio, en marzo del año 37 (Ant. 18:2, 2; 4, 2; 6, 5; Guerras 2:9, 2; Tácito, Anales 15:44; Lc. 3:1);

Marcelo (Ant. 18:6, 10-11), designado por Calígula. A la accesión del emperador Claudio, el año 41,

Herodes Agripa I recibió de él la corona de Judea, reinando tres años, hasta su muerte (Hch. 12:1-23).

Cuspio Fado fue nombrado procurador de Judea por Claudio en el año 44. A renglón seguido se nombró a 

Tiberio Alejandro (Ant. 19:9, 2; 20:1, 2; 5, 2; Guerras 2:11, 6). Después de la muerte de Herodes rey de Calcis, Claudio nombró a 

Cumano procurador de Judea; más tarde, el emperador lo volvió a llamar (Ant. 20:5, 2; 6, 2 y 3; Guerras 2:12, 1 y 6), poniendo a

Félix en su lugar (Ant. 20:7, 1; Guerras 2:12, 8; Tácito, Historia 5:9; Anales 12); Nerón designó procurador a 

Porcio Festo (Ant. 20:8, 9; Guerras 2:14, 1; Hch. 24:27); lo sucedió 

Albino (Ant 20:9, 1); el último de ellos fue 

Gesio Floro, nombrado por Nerón en el año 64 (Ant. 20:11, 1; Guerras 2:14, 2; Tácito, Historia 5:10).

Los procuradores de Judea estaban, en cierta medida, sujetos al legado de Siria, pero en la práctica su autoridad sobre Judea era soberana. Ellos tenían el mando supremo de la guarnición romana, juzgaban todas las causas importantes, tenían la atribución de aplicar la pena de muerte (Guerras 2:8, 1), que era ejecutada por sus soldados.

Residían generalmente en Cesarea, ciudad en la costa del Mediterráneo, pero subían a Jerusalén para las fiestas importantes, y en ocasiones pasaban allí el invierno (Ant. 18:3, 1). Visitaban las ciudades sometidas a su jurisdicción. Cuando residían en Jerusalén, se instalaban en el antiguo palacio de Herodes el Grande.


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