(heb. «halal», gr. «koinoõ»).
Estos términos significan primariamente «hacer común». Otro término gr. también traducido «profanar» es «bebeloõ», que primariamente es «atravesar el umbral». Estos términos se aplican al hecho de traspasar algo sagrado a un uso común, y queda contrapuesto al concepto de la santidad, que se refiere a algo «separado», consagrado para el Señor y Su servicio. De esta manera, la profanación del día de reposo era su utilización como un día común (cfr. Éx. 31:14). El nombre de Dios era profanado si no era pronunciado con la debida reverencia, o si era usado en falsos juramentos o en prácticas que lo deshonraran (cfr. Lv. 19:8, 12, etc.).
Los sacerdotes debían tener gran cuidado en tomar esposa virgen, por cuanto el sacerdocio no podía vivir según el común de la vida del pueblo, sino estar separado para el Señor (cfr. Lv. 21:14), entre otros deberes que tenía para mantener su apartamiento para Dios (cfr. todo el cap. de Lv. 21). Como juicio contra la casa de Israel, que había profanado el nombre de Dios quebrantando su vocación de vivir santos para Él, el Señor entregó Su santuario en manos enemigas, a la profanación y destrucción (cfr. Ez. 5:11; 7:22; ver también Ez. 39:1-7 y 43:7).