En varios de los antiguos códices de la Vulgata aparecen unos prólogos que preceden a las epístolas del apóstol Pablo, y se cree que tuvieron origen en círculos marcionitas, seguidores del hereje Marción. Éste favorecía un intenso dualismo en el que afirmaba la contraposición del Dios del AT con Cristo, el Dios del NT, pretendiendo que el primero era un Dios de una justicia implacable e inmisericorde y sin bondad, en tanto que Cristo había aparecido en el mundo para revelarse como el Dios del amor y de la misericordia. Consiguió ejercer una gran influencia en Roma. Procedente del Ponto, llegó a la capital del imperio en el año 140, y, debido a sus falsas enseñanzas, fue excomulgado en el año 144; sin embargo, consiguió reunir a su alrededor a numerosos adeptos, y fundó agrupaciones marcionitas, gobernadas por obispos apóstatas apoyados por presbíteros asimismo apóstatas.

Marción adoptó un canon concorde con sus convicciones, aceptando como libros canónicos sólo las epístolas del apóstol Pablo, a excepción de la Epístola a los Hebreos y las Pastorales, y el Evangelio de Lucas, sin los capítulos de la infancia de Jesús (véase CANON). Marción negaba también la encarnación, sosteniendo la maldad intrínseca de la materia, y por ello la imposibilidad de que Cristo se hubiera encarnado, en oposición frontal a las enseñanzas de los apóstoles (cfr. 1 P. 3:15-17). Vino a ser el más grave de los peligros para la fe cristiana en el siglo II, y su influencia se dejó sentir hasta finales del siglo III. Tanto él como su escuela de pensamiento fueron firmemente resistidos por Justino, Teófilo de Antioquía, Rodón, Tertuliano, etc. Policarpo llamó a Marción «el primogénito de Satanás» (cfr. Ireneo, Contra Herejías, 3:4). Una de las más importantes obras refutando sus enseñanzas es la de Tertuliano, «Contra Marción». Aunque no se le puede calificar propiamente de gnóstico (véase GNOSTICISMO), sí que presentaba varios elementos comunes con este sistema de pensamiento. Puede ser considerado como un gnóstico singular. En su sistema, evidencia, de una manera patente, las fuertes influencias que había recibido de este movimiento, debido, especialmente, a sus estrechos tratos con el gnóstico Cerdón.

Es debido a su gran influencia en Roma, donde por vez primera se tradujeron las epístolas del apóstol Pablo al latín, que se sostiene generalmente el origen marcionita de estos prólogos.


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