Libro poético que trata de la moral y de la piedad aplicada a la vida diaria. Tanto en el canon hebreo como en las versiones griegas, latinas y castellanas, etc., sigue al libro de los Salmos. El término heb. «mãshãl», traducido proverbios, denota también una máxima, enigma, sátira, parábola (Nm. 23:7; Is. 14:4; Ez. 17:2).
A. Esquema del libro:
(A) Título e introducción (Pr. 1:1-16), que recapitula el contenido de la obra, cuyo objetivo es el de dar sabiduría y discernimiento. La atribución de la paternidad de Proverbios a Salomón, hijo de David y rey de Israel, no significa que todo el libro sea de Salomón (cfr. Pr. 30-31).
(B) Cuerpo del libro:
(1) Elogio de la sabiduría (Pr. 1:7-9:18). Se trata de un poema didáctico, bajo la forma de un discurso de un padre a su hijo.
(2) Proverbios específicamente asignados a Salomón (Pr. 10:1-22:16). Se trata de unas máximas sin un orden riguroso, y presentadas principalmente bajo una forma de antítesis.
(3) Sección de Pr. 22:17-24:22. La comparación de Pr. 22:17 con Pr. 24:23 permite titular esta sección como «Las palabras de los sabios»: incorpora un poema en el que se ataca la intemperancia (Pr. 23:29-35). A esta sección se añaden otras palabras de los sabios (Pr. 24:23-34), que contienen la oda al perezoso.
(4) Otros proverbios de Salomón, transcritos por «los varones de Ezequías» (Pr. 25-29). Estos pensamientos, con el propósito de enseñar sabiduría al pueblo, se presentan bajo la forma de paralelos en 2, 3, 4 y hasta 5 miembros.
(C) Tercera parte, compuesta de tres apéndices:
(1) Palabras de Agur (Pr. 30), en ocasiones enigmáticas, y entre las que los proverbios numéricos ocupan un lugar importante.
(2) Consejos dados al rey Lemuel por su madre (Pr. 31:1-9).
(3) Elogio de la mujer virtuosa (Pr. 31:10-31). Se trata de un poema acróstico, en el que cada uno de sus doce versículos comienza con una de las letras del alefato hebreo, siguiendo su orden habitual.
B. Autor:
El libro es atribuido sólo en parte a Salomón: el hecho es que no lo escribió íntegramente. La sección de los caps. 25 a 29 lleva el encabezamiento: «También éstos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá», lo que da prueba de que este libro no tuvo su forma actual hasta la época de Ezequías. La introducción (Pr. 1:1-6) da la recapitulación; el elogio a la sabiduría (Pr. 1:7-9:18) constituye una especie de prefacio a los proverbios específicamente atribuidos a Salomón; sin embargo, no se puede descartar que estas primeras páginas no le pertenezcan a él (cfr. 1 R. 4:32). Los capítulos de Pr. 10:1-22:16 y 25-29, esto es, casi 2/3 del libro, son atribuidos de manera expresa a Salomón. Los ataques contra la idolatría no figuran en esta sección, por lo que se ha querido deducir que estos proverbios fueron compuestos o reunidos después de la gran lucha de los profetas contra la influencia del paganismo en su época. Sin embargo, este razonamiento carece de base, por cuanto no es menos lógico que provengan de antes de esta lucha. El lenguaje de los capítulos 10 a 22:16 y de 25 a 29 está en un heb. notablemente puro, lo que apoya la postura de que Salomón fue su autor. Las obras escritas inmediatamente antes del exilio, o las posteriores, dan evidencia de influencias extranjeras en el lenguaje, que nunca se ve en la ortografía ni estilo de las secciones tratadas. Además, los argumentos lingüísticos han llevado a los críticos a unas opiniones tan contrapuestas que se anulan mutuamente. Así, Eicchorn fecha este libro en el siglo X a.C., Hitzig en el IX, y Ewald en el VI.
El uso literario de los proverbios apareció muy tempranamente entre los hebreos, así como entre otras naciones (1 S. 24:14; 2 S. 12:1; Jue. 9:7). Textos muy antiguos dan testimonio de que Salomón redactó y recopiló tres mil máximas y proverbios (Pr. 25:1; 1 R. 4:32; 10:1; Eclo. 47:12-17). Los dos encabezamientos que atribuyen estas secciones al rey Salomón deben ser considerados como auténticos, sin descartar por ello que él fuera el autor de otras secciones, como ya se ha mencionado anteriormente.
En el NT se dan citas de varios pasajes importantes de Proverbios (cfr. Ro. 3:15; 12:16, 20; Stg. 4:6; 1 P. 4:18; 2 P. 2:22). Este libro contiene una gran cantidad de observaciones prácticas acerca de la conducta y de la educación. Bajo términos simbólicos tales como «el impío» y «la mujer extraña», las grandes formas del mal en el mundo, el voluntarismo violento y la necedad corruptora son reveladas en cuanto a su curso y fin. De manera detallada, este libro se refiere al mundo, mostrando las cosas a evitar y a seguir, poniendo en evidencia el gobierno de Dios, en el que cada uno recoge lo que sembró, con independencia de las bendiciones de Dios dadas en gracia más allá y por encima de este mundo. Sostiene la integridad en las relaciones terrenas, que no pueden ser violadas con impunidad. Es verdaderamente la sabiduría de Dios para el caminar diario de la vida humana.
Si bien las sentencias se suceden sin orden aparente, es muy provechoso intentar agrupar las que tratan de un mismo tema: el temor de Jehová, fuente de la verdadera sabiduría y del recto proceder; la sabiduría y la necedad; el rico y el pobre; el diligente, el perezoso, el borracho; los padres y los hijos, los jóvenes; la mujer corrompida y la virtuosa, el matrimonio; la lengua; la cólera, las pendencias, la bondad, la humildad, el carácter, el corazón, la salud, la oración, el testimonio, el gobierno, etc. El capítulo 8 presenta una impresionante personificación de la sabiduría eterna, que presenta las mismas características que la Palabra divina mencionada en Jn. 1:1-18; 17:5; Col. 1:15-17; 2:2-3.
Bibliografía:
Darby, J. N.: «Proverbs», en Synopsis of the books of the Bible (Bibles and Publications, Montreal, 1970);
Feliz, G.: «¿Qué es lo mejor?» (Clíe, Terrassa, 1977);
Kidner, D.: «Proverbios» (Ed. Certeza, Buenos Aires, 1975);
Walls, A. F.: «Proverbios», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977).