Cuidado amoroso y previsor que Dios tiene para con sus criaturas.
La providencia de Dios sostiene y gobierna todo lo creado. Su operación es tan extensa como el Universo y tan incesante como el curso del tiempo. Todos sus atributos toman parte en ella. Provee al cuervo su alimento y satisface las necesidades de todo ser viviente. La Biblia nos muestra que toda la Naturaleza le dirige su mirada, y depende de Él (Jb. 38:41; Sal. 104; 145:15, 16; 147:8, 9), y constantemente declara que todo acontecimiento, así como todo ser, están enteramente subordinados a Él. No hay nada en el Universo que pueda llamarse casual: «La suerte se echa en el seno; mas de Jehová es todo su juicio» (Pr. 16:33). Ni un gorrión ni un pelo de la cabeza caen al suelo sin su conocimiento (Is. 14:26, 27; Mt. 10:29, 30; Hch. 17:24-29).
Cualquier cosa no fue demasiado pequeña para que Dios la crease, ni demasiado pequeña para que Él deje de conservarla y gobernarla. La historia de cada hombre, la organización y la caída de las naciones, y el progreso de la Iglesia de Cristo revelan a cada momento la mano de Aquel que «obra todas las cosas según el consejo de su propia voluntad».