(heb. y aram. «m'dinah», jurisdicción; gr. «eparcheia», gobierno).
Los jóvenes «siervos de los príncipes de las provincias», que combatían bajo las órdenes de Acab contra Ben-adad (1 R. 20:14, 15) no eran israelitas. Indudablemente, estaban al servicio de los reyezuelos de diversas regiones de Galaad y Haurán, y se unieron a Israel para resistir el embate de los sirios sobre el territorio situado al sur de Damasco.
Las provincias constituían divisiones administrativas de los imperios de Babilonia y Persia (Dn. 2:49; 3:3). Darío el Grande, rey de Persia, que reinó desde la India hasta Etiopía (Herodoto 3:90-94), dividió sus dominios en veinte gobiernos, llamados satrapías (1:192; 3:89). (Véase SÁTRAPA.) Estas circunscripciones se subdividían en jurisdicciones más pequeñas, que los judíos denominaban provincias (Est. 3:12; 8:9; cfr. Herodoto 3:120, 128; 6:42 con 3:127; 5:11, 27, 30). En la época de Asuero, la cantidad de estas provincias más pequeñas era de ciento veintisiete (Est. 1:1). Durante el período persa, el país de Judá fue puesto bajo la jurisdicción del «gobernador del otro lado del río» (Esd. 5:3, 6); posteriormente, un decreto real hizo de ella una provincia propia con su propio gobernador (Esd. 2:63; 5:8).
Bajo el Imperio Romano había dos tipos de provincias: las imperiales y las senatoriales. Las imperiales dependían directamente del emperador. Tenían este carácter todas las provincias fronterizas que precisaran de la presencia permanente de un ejército para prevenir insurrecciones. Estas provincias eran administradas por un legado, delegado militar, nombrado por el emperador. Los procuradores, magistrados imperiales, percibían los impuestos y los entregaban al tesoro privado del soberano. Las provincias imperiales más pequeñas, y ciertas partes de las mayores (como Judea), eran administradas sólo por un procurador, no juzgándose necesaria la presencia de un legado. Cilicia (Hch. 23:34), Galacia y Siria (de la que Judea era una subprovincia), eran provincias imperiales. Las provincias senatoriales dependían del Senado romano; no era precisa su ocupación militar. Su gobernador tenía el título de procónsul, y era ayudado por cuestores, que percibían los impuestos y los entregaban al tesoro público, que era administrado por el Senado. La isla de Chipre (Hch. 13:4, 7), Macedonia (Hch. 16:12), Acaya (Hch. 18:12) y Asia (Hch. 19:10) eran provincias senatoriales.