Uno de los descubrimientos de importancia más trascendental para el estudio de la Biblia, de su transmisión, y también para el estudio de ciertos aspectos de la vida y estado del judaísmo en la época de Cristo, es el que tuvo lugar en la zona de la desembocadura del Wadi Qumrán en el mar Muerto. Los primeros descubrimientos tuvieron lugar en 1946/47; y desde entonces se fueron sucediendo los acontecimientos, gracias a un intenso esfuerzo de exploración y excavación.

Plan del artículo

I. Khirbet Qumrán

II. Descubrimientos

III. Excavaciones en 1Q 

IV. Arqueología de Khirbet Qumrán

V. Catálogo de cuevas y mss.

VI. Identificación de los qumranitas

VII. Jesucristo y los esenios

VIII. Literatura bíblica: AT

IX. Literatura bíblica: NT

I. Khirbet Qumrán

Situación:

Khirbet Qumrán (o ruinas de Qumrán) es un tell (véase TELL) que se halla á 13 Km. al sur de Jericó y a 2 Km. de la costa occidental del mar Muerto, sobre los acantilados que se hallan tras la estrecha franja costera, cerca del oasis de Ayin Feshja.

II. Descubrimientos.

En varias publicaciones se halla la historia de un muchacho beduino que, a fines de mayo de 1947, se internó solo por los agrestes parajes cercanos a Ayin Feshja en persecución de una cabra que se le había escapado, y cómo, cansado, se sentó, y descubrió un orificio en la ladera. Esta historia sigue afirmando que el joven marchó aprisa de allí atemorizado, y que volvió al día siguiente con un amigo suyo para investigar más a fondo. Habiendo descubierto varios recipientes que contenían rollos, los vendieron a un comerciante de Belén. La realidad es algo distinta. El hallazgo tuvo lugar a fines de 1946. Tres pastores que se hallaban por los alrededores del oasis de Ayin Feshja, no lejos de las ruinas de Qumrán, fueron los descubridores. Yuma Mohamed Jalil tenía la obsesión de que si exploraba las cuevas suficientes hallaría un tesoro de gran valor. Acompañado de otros dos amigos, de la tribu beduina seminómada ta'amireh, llamados Jalil Musa y Mohamed Ahmed el-Hamed, guardaban los rebaños en aquella región. Yuma se dio cuenta de dos a modo de agujeros que se abrían sobre una de las paredes del acantilado. Subieron hasta allí y pudieron constatar que el agujero superior permitía el paso de una persona delgada. Al arrojar una piedra adentro, oyeron un ruido como si hubiera tocado un recipiente de barro. Llenos de curiosidad, pero impedidos de seguir explorando porque estaba cayendo la noche, él y sus amigos tuvieron que dejar la búsqueda para un día más oportuno. Dos días después, Mohamed Ahmed el-Hamed se dirigió allí a solas. Una vez dentro de la cueva, descubrió diez jarras de pie a lo largo de la pared de la cueva, algunas con su cubierta. Había muchos cascos de jarras rotas. Sólo en una de las jarras tapadas encontró dos paquetes, envueltos en telas, y empapados de algo negro. Al enterarse los otros dos de este hallazgo, y enfurecidos por la escapada del primero, llevaron los rollos a un carpintero dedicado también a las antigüedades en Belén. No llevando éste ninguna gestión a cabo, se pusieron por fin en contacto con Jalil Iskandar Shalim, un zapatero/anticuario también de Belén. Esto sucedía a principios de abril del mismo año. Finalmente, después de varias incidencias, Su Gracia Mar Atanasio José Samuel, arzobispo sirio de San Marcos de Jerusalén, se hizo con los tres rollos descubiertos en la primera incursión de los beduinos en la cueva, que resultaron ser el famoso «Rollo de Isaías», con el texto completo (1QIs'), el «Comentario de Habacuc» (1QpHab), y la «Regla de la Comunidad» (1QS), además de un cuarto rollo procedente de una segunda incursión de los beduinos en la cueva, que resultaría ser el «Génesis Apócrifo» (1QApGen).

En la segunda incursión se consiguieron otros tres rollos, además de dos jarras, que finalmente fueron a parar a manos del doctor E. L. Sukenik, que era a la sazón rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Éstos resultaron ser: una colección de «Himnos» o Salmos (1QH); la «Regla de la Guerra» (1QM), y un rollo incompleto de «Isaías» (1QIs'), que pasaron a la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Por medio de un bibliotecario sirio, el doctor Sukenik pudo llegar a ver los rollos del arzobispo Atanasio, pero no consiguió adquirirlos.

Después de la primera guerra árabe-israelí, el arzobispado de Mar Atanasio precisaba de dinero para hacer frente a ayudas a personas necesitadas, y recurrió a su venta en Estados Unidos. Finalmente, después de varias peripecias y negociaciones, los cuatro rollos quedaron en posesión de Israel, que los adquirió por medio de personas interpuestas para que los vendedores no conocieran el destino final de los rollos, y fueron depositados en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Yigael Yadin, el hijo del doctor Sukenik, fue quien dirigió la operación de la compra por medio de un abogado. La operación de compra tuvo lugar a mediados de 1954.

III. Excavaciones en la Cueva 1 (1Q) 

Al llegar a conocimiento de las autoridades de Jordania lo referente a los hallazgos del mar Muerto, se preparó una expedición formal que excavó la cueva 1 de Qumrán, desde el 15 de febrero hasta el 5 de marzo. Esta excavación fue emprendida conjuntamente por el Departamento Jordano de Antigüedades y por la Escuela Bíblica de Jerusalén, bajo la dirección de G. L. Harding y del P. Roland de Vaux. Se hallaron muchos cascos de cerámica rota, provenientes de al menos cincuenta jarras; numerosos trozos de tejido semejantes a los que habían envuelto los mss. descubiertos, y 900 fragmentos de mss., casi todos ellos de piel, más unos pocos fragmentos de papiro. Era evidente que los siete rollos que habían sido descubiertos constituían una fracción de los que habían sido originalmente depositados en la cueva. Esta cueva es la que en la actualidad recibe el nombre de 1Q.

IV. Arqueología de Khirbet Qumrán

Intrigados y deseosos de hallar alguna luz acerca de la procedencia de estos textos, se emprendió una expedición para explorar el tell de Khirbet Qumrán y dilucidar una posible relación entre los textos y las ruinas adyacentes. Así, el Departamento de Antigüedades de Amán, el Museo Arqueológico de Palestina, y la Escuela Bíblica de Jerusalén, llevaron a cabo cinco campañas entre los años 1951-56, dirigidas por los mismos G. L. Harding y el P. R. de Vaux. Descubrieron unas ruinas de una extensión aprox. de 80 x 80 m. de lado, de forma aproximadamente rectangular y de apariencia imponente. Había una torre junto a la puerta de entrada, varias salas para diversos propósitos, y una serie de estanques unidos entre sí mediante una red de acequias, y que recibían el agua de una cisterna. Una gran grieta atraviesa todo el conjunto de norte a sur, y pasa por dos estanques. Esta grieta pertenece al terremoto del que informa Josefo (Ant. 15:5, 2), y que tuvo lugar en el año 31 a.C.

En las excavaciones se apreciaron distintos niveles. La evidencia de campo revela que ha habido una ocupación desde los siglos VIII a VII a.C. Una cisterna circular procede de esta época. Es posible que fuera Uzías quien construyera una fortaleza en este lugar (cfr. 2 Cr. 26:10). Sin embargo, la ocupación principal es la de la época de Hircano I (134-104 a.C.). La ocupación siguió ininterrumpidamente hasta el terremoto del año 31 a.C. Posteriormente, volvió a ser ocupada desde los alrededores del año 3 d.C. hasta el 68 d.C., en que debió ser tomada por los romanos en sus operaciones de limpieza conjunta a la toma de Jericó. Los restos arqueológicos indican un final violento de esta fase. Los muros fueron derribados, y hay una capa de ceniza que cubre la extensión de la localidad. Asimismo, se encontró una buena cantidad de cabezas de flecha. Se discute la posibilidad de que los mismos ocupantes de Qumrán se defendieran, o que el emplazamiento fuera tomado, a raíz de la sublevación contra Roma, por los rebeldes judíos. Hay adicional evidencia de ocupación romana hasta el año 86 d.C. Es evidente que allí quedó una guarnición hasta la total pacificación del país. La siguiente fase fue su ocupación por los fieles de Bar Koqueba (132-135 d.C.). Esta última ocupación está relacionada con los hallazgos del Wadi Murabba'at y Nahal Hever (véase sección V, al final).

Al reanudarse la ocupación de Qumrán, se evidencia una nueva etapa de construcciones. En el curso de las excavaciones se identificaron las siguientes instalaciones:

(a) Salones de reunión;

(b) scriptorium, o local donde se llevaba a cabo la copia de mss.;

(c) cocina;

(d) lavadero;

(e) talleres de alfarería;

(f) molinos de harina;

(g) hornos;

(h) diversos talleres de trabajo (véase plano de los edificios de Qumrán).

La datación de estos hallazgos se hizo mediante diversos métodos: paleografía, datación radiocarbónica, determinación de la naturaleza histórica de los principales niveles arqueológicos de Qumrán (helenístico y romano) y el examen de varios cientos de monedas halladas en las excavaciones, que limitan el período principal de ocupación entre las fechas de 135 a.C. a 68 d.C. La datación de los mss. de la primera cueva (1Q) se hizo mediante análisis paleográficos, como ya se ha indicado. Albright asignó a los mss., en base a su comparación con el papiro Nash (véase PAPIRO), la edad de fines del período macabeo, alrededor del año 100 a.C. La prueba del radiocarbón dio la edad de 33 d.C. ±200 años (fecha posteriormente asignada a 20 a.C.).

No lejos de las ruinas se descubrió un cementerio con más de mil sepulturas, bien alineadas. Aunque la mayor parte de los enterramientos son de varones, había también algunos de mujeres y niños.

Quedaba en pie la cuestión de si había relación entre los mss. de las cuevas y las ruinas de Qumrán. El hallazgo de varios tinteros y de una mesa y banquetas en la estancia que había sido utilizada como «scriptorium» ya indicaba una relación entre ambos lugares. La fecha de los mss. se correspondía con la de ocupación de Khirbet Qumrán. Se halló finalmente una gran cantidad de piezas de cerámica idéntica a la descubierta en la primera cueva, e incluso una jarra idéntica a la usada para depositar los rollos. De manera que queda bien establecido el enlace entre ambas localidades.

¿Quiénes eran los ocupantes de Qumrán? Se barajaron muchas posibilidades en aquellos primeros años de las excavaciones. Unos (Wieder, Szyszman y Zeitlin) sugirieron que eran caraítas; otra hipotética identificación fue la emitida por Teicher, según quien se trataría de ebionitas; otros (Roth, Driver) han propuesto su identificación con los zelotas; incluso se ha querido identificarlos con los saduceos (Habermann) y con los fariseos (Rabin). La mayor parte de los autores se inclina en la actualidad por la postura de que los qumranitas eran una comunidad esenia (véase ESENIOS). En la sección VI (Identificación de los qumranitas) se tratará esta cuestión con una cierta extensión. Se debe señalar, sin embargo, que la séptima cueva de Qumrán (7Q) es independiente de Khirbet Qumrán, por las razones que se exponen en la sección IX (Literatura Bíblica: NT).

V. Catálogo de cuevas y manuscritos

Se hallaron en Qumrán mss. bíblicos y no bíblicos en las lenguas hebrea, aramea y también en griego. La riqueza, antigüedad y relevancia de estos hallazgos hicieron que Albright afirmara: «Éste es el mayor descubrimiento de los tiempos modernos.»

El total de cuevas exploradas es de once. A cada una de ellas se le ha asignado una notación. Así, las cuevas son 1Q (primera cueva de Qumrán), 2Q... 11Q. Para denominar a los mss., se usa la procedencia de la cueva, y unos símbolos concretos. Por ejemplo, el «Comentario de Habacuc», hallado en la primera cueva, tiene la designación de 1QpHab (la letra «p» designa que el escrito es un comentario).

La cantidad aproximada de materiales es de 40.000 fragmentos, que representan a 500 libros; de ellos, sólo unos pocos se han recuperado íntegros; la mayor parte son fragmentarios. Las cuevas que dieron mayor cantidad de mss. fueron 1Q, 4Q y 11Q. Aquí, evidentemente, sólo se podrá mencionar un cierto número de ellos, y tratar con una cierta extensión sólo acerca de algunos particularmente importantes en las secciones VI, VII, VIII y IX en las consideraciones correspondientes.

Cueva 1 (1Q).

Situada a medio kilómetro al nor-noroeste de las ruinas de Qumrán y descubierta a fines de 1946 en las circunstancias ya expuestas en la sección II. Fue explorada meticulosamente del 5 al 15 de marzo de 1949.

A.Hallazgos:

(1) Literatura extrabíblica (incluyendo comentarios al texto bíblico):

Génesis Apócrifo (1QApGen ar), en arameo. Se trata de una ampliación y embellecimiento legendario de ciertos relatos de Génesis acerca de las vidas de algunos patriarcas. Fue desenrollado en 1956. Su texto existe en inglés en la edición de Geza Vermes: «The Dead Sea Scrolls in English» (Los Rollos del Mar Muerto, Pelican Books A551, Londres, reimpr. 1968; en adelante: Vermes, PP. 215-224).

Los Himnos. Se conservan veinticinco de ellos (Vermes, p. 149; treinta según E. Sen Montero, «Qumrán», Gran Enciclopedia Rialp; la diferencia en el cómputo se debe a la dificultad en determinar dónde termina uno y empieza otro, Vermes, ibid.). Se trata de una excelente muestra de la poesía heb., de composición impecable. Son himnos de acción de gracias, y de oraciones individuales. Se descubrieron siete copias, y el texto inglés está dado en Vermes, PP. 149-201.

Rollo de la Guerra (1QM). Este rollo lo compró el doctor Sukenik a los beduinos en 1947. Su título actual es «La Regla de la Guerra». Da normas para una guerra escatológica de la comunidad contra los kittim y las naciones. Muestra la ordenación de las batallas a luchar, la disposición táctica del ejército, las edades de los asignados a cada servicio; da normas acerca del ministerio sacerdotal asociado con la marcha de la guerra, las descripciones de las armas a utilizar; da los textos de las arengas a lanzar, y del himno de acción de gracias a cantar después de la victoria, así como la descripción de la última batalla escatológica, con una relación de las siete fases de que se compone. El planteamiento es el de la guerra de «los hijos de la luz» en contra de «los hijos de las tinieblas». (Véase más abajo, sección VI, apartado Escatología.) El texto en inglés aparece en Vermes, PP. 122-148.

La Regla de la Comunidad (1QS), en la que hay las diversas normas de comportamiento en el seno de la comunidad, los requisitos y forma de ingreso en ella, y las penas disciplinarias por quebrantamiento de las reglas. Para el texto en inglés, véase Vermes, PP. 72-94. Había dos anexos a él:

«La Regla de la Congregación», con normas de comportamiento de la congregación durante los días del conflicto final y la era del Mesías, designado 1QSa (Vermes, PP. 118-121), incluyendo normas acerca del matrimonio, y 

«El Libro de las Bendiciones», designado 1QSb (Vermes, PP. 206-209), parece que usados en la liturgia de la comunidad en anticipación de la instauración de la era del Mesías.

Comentario de Habacuc (1QpHab; texto inglés en Vermes, PP. 235-243). Se aplica el mensaje de Hab. 1-2 a las circunstancias históricas del período. El comentario incluye el texto heb. de los capítulos 1 y 2, que presenta una estrecha relación con el Texto Masorético (TM). En él se hace una forzada identificación de «los caldeos» con los «kittim»; una postura que ha alcanzado mucha difusión es que por «kittim» se entiende a los romanos; parece ser muy coherente con el contexto histórico. Fueron ellos los que apuntalaron a la dinastía hasmonea, aborrecida por la comunidad de Qumrán por haberse apoderado del sacerdocio en perjuicio de la rama de Sadoc, a la que se mantuvieron leales. Este aspecto volverá a ser tratado en la sección VII, en el apartado «Bosquejo histórico de los qumranitas».

Otro comentario es el de Miqueas (1QpMi), que comenta Mi. 1:5-6 (Vermes, PP. 230-231).

(2) Literatura bíblica:

Libro del profeta Isaías. Se hallaron dos rollos en la primera cueva. El primero (1QIsa) presenta el texto completo. Aunque exhibe un buen número de cambios en escritura, en formas gramaticales, y otras variantes, es notablemente idéntico al libro de Isaías en el TM (más consideraciones se dan en la sección VIII). El segundo rollo de Isaías (1QIsb), aunque incompleto, presenta una caligrafía mucho más bella, y un texto casi idéntico al masorético. Se conservan parte de los caps. 41 y 43 a 66, junto con algunos fragmentos de los capítulos anteriores.

Fragmentos del Libro de Daniel (1Q71, 1Q72). En estos fragmentos se halla precisamente el pasaje en el que se da el cambio de lenguas de heb. a aram. (Dn. 2:4).

También se hallaron en 1Q cinco pequeños fragmentos del libro de Levítico, pertenecientes al «Código de Santidad» (Lv. 17-26); estos fragmentos han sido fechados por A. Parrot como anteriores al siglo V a.C.

Cueva 2 (2Q).

En febrero de 1952 los beduinos hallaron otra cueva, a poca distancia al sur de la primera. De esta incursión consiguieron fragmentos de los libros de Éxodo, Rut, Salmos, Jeremías, del Libro de los Jubileos, y otros diversos, adquiridos por la Escuela Francesa de Arqueología y por el Museo Palestino de Jerusalén. A la vista de estos hallazgos, se llevó a cabo una expedición en toda regla, efectuándose la exploración de todo el acantilado en el que se hallaba la cueva, con toda la región circundante, en 8 Km. de extensión. Se descubrieron unas 170 cuevas, en 25 de las cuales se hallaron restos de cerámica, y en bastantes de ellas rollos y fragmentos de mss. En la cueva 2Q se halló un rollo de Levítico (2QLev).

Cueva 3 (3Q).

Se hallaron restos de diversos libros canónicos, así como de literatura no bíblica.

(1) Literatura extrabíblica:

Rollo de cobre (3Q15). Descubierto por el conde de Contenson en 1952 estaba dividido en dos porciones. Se hallaba sumamente oxidado, y no era posible desenrollarlo, por lo que tuvo que ser cuidadosamente cortado en tiras Se pudo leer bien. Da una relación de sesenta lugares de Palestina en los que se habían escondido oro, plata, perfumes, rollos de mss., etc. La cantidad total de metales preciosos relacionada es aproximadamente como sigue: unas sesenta y cinco toneladas de plata y veintiséis de oro. Ha habido autores que han considerado que estas cifras son fabulosas y que se trata de una obra de ficción (J. T. Milik). Otros creen que se trata de un tesoro real, ya desaparecido (K. G. Kuhn, C. Rabin y J, M. Allegro). La hipótesis más plausible es esta última. Con Qumrán en manos zelotas alrededor del año 68, d.C., no hubiera habido problemas para depositar tanto el rollo como el tesoro en los parajes del desierto. El estilo del rollo no es el que corresponde a una antigua leyenda sino que está dado en un lenguaje árido de catálogo. El mismo hecho de que este catálogo fuera inscrito en un rollo de material sumamente duradero y costoso le da carácter oficial (cfr. Vermes, PP. 250-252). En realidad, no hay nada implausible en estas cantidades de oro y plata (véase ORO).

(2) Literatura bíblica:

Entre varios fragmentos, destacan los que contienen el Salmo 2 (3QPs 2). Presenta un lenguaje «mishnaico», y fue publicado en 1960 por J. Allegro. Cross lo fecha en el año 75 d.C.

Cueva 4 (4Q).

Explorada entre el 22 y 29 de septiembre de 1952, resultó ser muy abundante en mss. Hay más de trescientos ochenta libros procedentes de esta cueva, de los que hay cien copias de los libros canónicos, viéndose representado todo el AT con excepción de Ester.

También está representada la LXX. Para mencionar una pequeña cantidad de los que han sido estudiados:

(1) Literatura bíblica:

Libro del Éxodo (4QEx'). Este texto está fechado alrededor del año 250 a.C. Esta fecha ha quedado confirmada paleográficamente gracias a su comparación con unos fragmentos de Wadi Daliyeh de carácter jurídico-administrativo y que, por ello, están fechados (F. M. Cross, cfr. González Lamadrid: «Los Descubrimientos del Mar Muerto» BAC, Madrid, 1973, pp. 77-78)

Libro de Samuel. Dos fragmentos (4QSam a y 4QSam b). Este último presenta el más antiguo texto conocido en escritura cuadrada, y se le ha asignado la fecha de 225 a.C. (F. M. Cross, cfr. párrafo anterior). Contiene 1 S. 16:19-21:23, y afirman los especialistas que se trata de un texto superior al del TM y LXX. En cambio, el fragmento de «Sam a» presenta un texto más cercano a la LXX que al TM, además de presentar fuertes analogías con el pasaje paralelo en Crónicas.

El fragmento de Eclesiastés (4Q Qoh [Qoh = Eclesiastés]) presenta un interesante problema para los adherentes a la escuela racionalista. Fechado entre 175 y 150 a.C., y no siendo evidentemente el texto original, destruye la opinión extendida que situaba su fecha de redacción en el siglo II o I a.C.

El libro de Jeremías está representado por dos fragmentos (4QJera y 4QJerb). El primero, al que Cross ha asignado una fecha de 175 a.C. y de carácter protomasorético, y otro, también heb., pero del mismo tipo que la traducción gr. LXX.

Entre los diversos fragmentos del Libro de Daniel destaca 4Dna, fechado alrededor del año 120 a.C. Ahora bien, según la crítica racionalista, la fecha de redacción original era de alrededor del año 168 a.C. (Véase DANIEL [LIBRO DE]) Este fragmento de Daniel de tanta antigüedad muestra que su aceptación se había generalizado en el seno de las diversas ramas del judaísmo, haciendo totalmente insostenible la idea de que hubiera sido escrito sólo alrededor de unos 50 años antes de la preparación de esta copia.

Otros escritos bíblicos de Qumrán lo son varios fragmentos gr. de la versión LXX, entre los que se hallan 4QLXX Lva, que es un fragmento de pergamino con parte de Lv. 26; 4QLXX Lvb, cuatro fragmentos de papiro con partes de Lv. 2-5; 4QLXX Nm, una membrana con partes de Nm. 3-4.

(2) Literatura extrabíblica:

Florilegio (4QFlor). Se trata de una combinación de pasajes de las Escrituras con comentario para identificar a la comunidad de Qumrán con el Templo. El texto en inglés se da en Vermes, PP. 245-247.

Comentario al Salmo 37 (4QpPs 37), de carácter escatológico (Vermes, Pp. 243-245).

Testimonio (4QTest). Se trata de un texto de carácter mesiánico, con textos de Deuteronomio., Números., y un breve comentario sobre Jos. 6:26 (Vermes, PP. 247-249).

Comentario de Isaías. Hay cuatro fragmentos, 4QpIs a, b, c, d. Los fragmentos a y d son de particular interés. El primero trata del famoso pasaje mesiánico de Is. 11:1-3 (Vermes, PP. 226-229 para el texto de los cuatro fragmentos).

Otros interesantes comentarios son el de Oseas (4QpHos, Vermes, p. 231); de Nahum (4QpNah, Vermes, pp. 231-234). Hay también otros fragmentos, como las Bendiciones Patriarcales (4QPB, Vermes, p. 224); Leyes bíblicas (4QOrdenanzas, Vermes, p. 249); cuatro textos aram. y uno en heb. de Tobías, cuya redacción se asignaba antes a los siglos II o I a.C., y que ahora tiene que proyectarse hacia atrás, a los siglos V o IV a.C.; finalmente, se puede mencionar la Oración de Nabónido, fragmento en arameo (Vermes, p. 229), de gran interés, porque demuestra que este personaje, padre de Belsasar, era conocido de los judíos en la época intertestamentaria. (Cfr. DANIEL [LIBRO DE].)

Cuevas 5 y 6 (5Q y 6Q)

En ellas no se ha descubierto gran abundancia de material. Sí se deben mencionar un ms. de Isaías (5QIs) y un ejemplar del Documento de Damasco (6QDD), cuyo texto da Vermes, PP. 97-117.

Cueva 7 (7Q)

Fue descubierta y excavada del 16 al 19 de febrero de 1955, dentro de un plan sistemático de excavaciones, bajo la dirección de Hassan Awad. Se hallaron los restos de dos jarras grandes y fragmentos de otras, además de varios fragmentos de literatura en gr., que fueron provisionalmente atribuidos a la LXX. Se trataba de fragmentos de papiro escritos por una sola cara, lo que indicaba que habían pertenecido no a códices, sino a rollos. Esto constituyó ya una indicación inicial de antigüedad. No se halló ningún otro tipo de mss. que éstos.

En la edición «princeps» publicada para poner estos fragmentos al alcance de los especialistas (editores: M. Baillet, J. T. Milik y P. R. de Vaux: «Discovertes in the Judaean Desert III», Oxford University Press, 1962) ya se había logrado la identificación de los fragmentos 7Q1 y 7Q2, con Éx. 28:4-7 y Jer. 5:43-44 respectivamente. Se insinuaba que 7Q3 a 7Q5 pudieran corresponderse asimismo con pasajes bíblicos, y los 13 restantes quedaban totalmente indeterminados.

Después de penosos estudios, sin embargo, José O'Callaghan, S. I., conseguía identificar varios de los fragmentos con pasajes del Nuevo Testamento. La relación es la siguiente: 

7Q4, 1 Ti. 3:16; 4:1, 3; 

7Q5, Mr. 6:52-53; 

7Q6-1, Mr. 4:28; 

7Q6-2, Hch. 27:38; 

7Q7, Mr. 12:7; 

7Q8, Stg. 1:23, 24; 

7Q9, Ro. 5:11, 12; 

7Q10, 2 P. 1:15; 

7Q15, Mr. 6:48. 

Datación de los fragmentos.

Como podrá comprenderse, ésta es una cuestión de inmensa importancia, porque los resultados inciden directamente sobre toda la discusión de la transmisión de los textos del NT y de su formación. Los resultados quedan fuertemente condicionados por las siguientes observaciones: antes de la identificación de los fragmentos se había fechado arqueológicamente el cierre de la Cueva 7 en el año 70 d.C. Por otra parte, M. Baillet afirma en un artículo («Les manuscrits de la grotte 7 de Qumrân et le Nouveau Testament», en Biblica 53 [1972], p. 515): «7Q4-18: entre el 50 antes y el 50 después de Cristo», confirmando la anterior datación al mismo efecto dada por el prestigioso experto C. H. Roberts.

En base a los criterios paleográficos (la comparación de la escritura con escritos de edad fijada previamente), la situación es:

7Q4: fecha asignada de alrededor de fines del siglo I d.C. (O'Callaghan: «Los papiros griegos de la Cueva 7 de Qumrán», BAC, Madrid, 1974, en adelante O'Callaghan, PP. 35-36);

7Q5, fecha asignada de mediados del siglo I (ibid., p. 45);

7Q6-1 y 7Q6-2, fecha asignada de mediados del siglo I (ibid., PP. 62, 63); 

7Q7, de primera mitad o mediados del siglo I (ibid. p. 68);

7Q8 igual a 7Q6, cfr. O'Calaghan, p. 72; 7Q9, mediados del siglo I, ibid, p. 73;

7Q10, mediados del siglo I, ibid., p. 75;

7Q15, primera mitad del siglo I, ibid, p. 76.

Estos mss. son evidentemente copias, como lo demuestra el uso del estilo ornado «zierstil» utilizado, con las líneas dispuestas de una manera profesional y con las columnas justificadas. Aunque O'Callaghan indica una fecha algo tardía para 7Q4, no debe tomarse como mínimo, sino más bien como máximo. La sutil diferencia en el trazo bien puede haberse debido a otra mano, y él mismo está dispuesto a aceptar una edad más cercana al tercer cuarto del siglo I. La fiabilidad de este hallazgo y sus implicaciones en las teorías acerca de la formación del canon del NT se tratarán en la sección IX de este artículo.

Cuevas 8, 9 y 10 (8Q, 9Q y 10Q).

Estas cuevas, exploradas durante el año 1955, no rindieron demasiado material. Merece destacarse una filacteria (8QFiI). Los textos de los pergaminos fueron publicados por Yigael Yadín en 1969 (cfr. «Biblical Archaeology Review», sept./oct. 1984, p. 26), dando evidencia de cómo se doblaban los textos y cómo se ataban.

Cueva 11 (11Q).

Esta última cueva, la tercera en importancia por la cantidad de material recuperado, fue descubierta y explorada en enero/febrero de 1956. Se citan los siguientes hallazgos importantes:

(1) Literatura extrabíblica:

El Rollo del Templo (11QTs). Consta de 66 columnas, con una longitud total de 8,20 m. Su datación paleográfica lleva a asignarle una fecha de la época herodiana tardía, de mediados del siglo I d.C. Y. Yadín, su editor actual, observa que se trata de la fecha de la copia, no del original; en opinión de Yadín, la evidencia interna del ms. conduce a asignar una fecha de redacción de entre el 150 y 125 a.C. Ello queda confirmado por la existencia de fragmentos de copias adicionales, y más antiguas, de este documento, en 4Q, con una escritura hasmonea de alrededor del año 125/100 a.C., lo que, como mínimo, lo sitúa entre 150/125 a.C.

Toda la evidencia apunta a que este texto constituía la ley básica de los qumranitas, junto con la Ley de Moisés. El rollo contiene largos pasajes que proceden del Pentateuco, incluso capítulos enteros. Un aspecto muy característico, sin embargo, de 11QTs, es que en muchos pasajes es Dios quien habla directamente en lugar de Moisés. Yadín señala que, evidentemente, el autor quería presentar la ley como dada directamente por Dios, sin intermediario. El contenido de 11QTs es el siguiente:

(a) Planos del Templo a construir en el futuro mesiánico,

(b) sacrificios del Templo 

(c) estatutos del rey:

(A) acerca del matrimonio del rey 

(B) movilización durante la guerra 

(C) derechos limitados del rey al botín en la guerra (el diez por ciento),

(D) constitución del consejo (compuesto por doce sacerdotes, doce levitas y doce israelitas del pueblo),

(E) puestos de autoridad subalternos;

(d) leyes de la comunidad para el presente y para el futuro escatológico, en el que los herederos del sacerdocio de Sadoc reinen en Jerusalén;

(e) leyes de las fiestas, muchas de las cuales no son ordenadas en la Biblia,

(f) leyes sobre la idolatría, votos y juramentos, animales limpios e inmundos, impurezas rituales, leyes de testimonio, etc.

A diferencia de la Ley de Moisés, que presenta una ordenación histórica, esta Ley del Templo esta ordenada temáticamente.

En esta Ley hay un gran rigor en las demandas. Por ejemplo, se prohíbe tener relaciones sexuales en la ciudad de Jerusalén, así como hacer en ella las necesidades. Todas las reglas de la purificación son de un fariseísmo llevado a extremos de exacerbación.

También se halló en 11Q un targum arameo del libro de Job, entre otra mucha cantidad de literatura, cuya publicación se ha ido acelerando durante la década de 1990 en adelante, debido a las presiones del grupo editorial de Biblical Archaeology Review.

(2) Literatura bíblica:

Libro de los Salmos (11QPs). Fue desenrollado en noviembre de 1961. Se habían hallado también fragmentos aparentemente pertenecientes al mismo rollo, y otros materiales fragmentarios. De todo el conjunto de 150 salmos sólo se han conservado treinta y seis, dispuestos en un orden distinto al canónico. También aparecen ocho composiciones no canónicas en este rollo, de las que cinco eran ya conocidas. Este texto concuerda, a todos los efectos, con el TM.

Otras cuevas.

A dieciocho kilómetros al sur de Qumrán, en las cercanías del Wadi Murabba'at, los beduinos hallaron unas cuevas con diversos mss. Este hallazgo tuvo lugar en el año 1951. Después de una búsqueda sistemática gracias a las pistas dadas por los beduinos, De Vaux descubrió una buena cantidad de restos: de estas cuevas salió el más antiguo ms. heb. conocido, un papiro fechado en el siglo VII a.C., anterior al exilio babilónico (cfr. González Lamadrid: «Los Descubrimientos del Mar Muerto», BAC, Madrid, 1973, PP. 50-51). También se encontraron muchos mss. bíblicos fragmentarios, todos ellos con escritura protomasorética, una copia fragmentaria de la versión gr. de los Profetas Menores (de alrededor del año 150 d.C.); otro texto de los profetas menores, entregado por los beduinos, y que afirmaban proceder de Murabba'at, fechado también por el siglo II d.C., pero en lengua heb. de tipo premasorético, y conteniendo desde la mitad de Joel hasta el comienzo de Zacarías; cartas escritas de puño y letra del caudillo de la segunda insurrección judía contra Roma (132-135 d.C.), a quien el Rabí Akiva había dado el nombre de «Bar Coqueba» (hijo de la Estrella), en una blasfema alusión a la profecía mesiánica de Nm. 24:17. También se descubrieron dos cartas dirigidas a él. En base a los mss. de Murabba'at, que están bien fechados, ya que algunos de ellos llevan inscrita su fecha de una manera expresa, y otros se pueden datar por su marco arqueológico y monedas asociadas, se puede establecer una base realmente fiable para los estudios paleográficos, y asignar con toda confianza a los escritos heb. de Qumrán la fecha del siglo I d.C. y anterior a él.

En Masada, y entre otros varios materiales pertenecientes a la época de la última resistencia de esta fortaleza contra los romanos (73 d.C.), se han hallado, en excavaciones paralelas a las de Qumrán, unos pocos fragmentos bíblicos del AT, veintiséis fragmentos (algunos grandes) del texto heb. del libro apócrifo de Eclesiástico, y una copia de «La Liturgia de los Ángeles», o «Cánticos del sacrificio del sábado», como otros llaman a esta obra. Además de esta copia en Masada, se habían hallado otras en Qumrán. Ello sugiere que quizás algunos de los qumranitas se unieran en la última resistencia a ultranza contra los romanos (Vermes, PP. 211-213).

Otros hallazgos dignos de mención son los de Nahal Hever, a seis kilómetros al sur de En-gadi, donde en 1960 arqueólogos israelitas hallaron quince cartas remitidas por o a Bar-Coqueba; nueve de ellas escritas en aram., cuatro en heb. y dos en gr. En 1961 se descubrieron sesenta y cinco papiros adicionales y algunos documentos en pergamino, entre ellos algunos contratos legales.

En Khirbet Mird se hallaron restos de mss. en ár., gr. y aram., de los siglos V a VII d.C., incluyendo el más antiguo fragmento gr. conocido de Eurípides, 1.000 años más antiguo que los conocidos hasta la fecha.

Pero fue en el Wadi Daliyeh, a catorce kilómetros al norte de Jericó y once al oeste del Jordán, que se hizo un espectacular hallazgo. En la exploración de 1963 dirigida por P. Lapp se descubrían, en la cueva «Mugharet Abu Shinjeb», cuarenta papiros arameos procedentes de los años 375-335 a.C. Los mss. estaban sepultados en una cueva junto a los cadáveres de quizá doscientos fugitivos samaritanos que, evidentemente, habían intentado escapar a la cruel acción de las tropas de Alejandro Magno en el año 331 a.C. Estos mss., de edad conocida, sirven a su vez como pauta paleográfica para datar los mss. más antiguos de Qumrán (cfr. González Lamadrid, op. cit, p. 86).

VI. Identificación de los qumranitas

En el párrafo final de la sección IV, «Arqueología de Khirbet Qumrán», se presentaban las distintas posibles identificaciones sugeridas al inicio de las excavaciones. Es evidente que las identificaciones con fariseos y saduceos deben descartarse de entrada, por cuanto éstos no se constituyeron en comunidad aparte ni se separaron del culto del Templo, así como tampoco rechazaron los sacrificios en él. Tampoco puede tratarse de ebionitas, ya que éstos surgieron mucho más tardíamente. Los documentos de Qumrán están fechados entre 150 a.C. y 68 d.C., mientras que en la tesis ebionita los escritos hubieran sido redactados mucho después del año 70 d.C., y guardados en las cuevas alrededor del año 303 d.C. Esta postura se enfrenta de una manera patente a los datos arqueológicos y paleográficos. La tesis de los caraítas es atractiva, por cuanto hay ciertas importantes semejanzas. Pero los caraítas fueron fundados en el siglo VIII d.C. por Anán. Es muy posible que recibieran su inspiración de los escritos de Qumrán. Eran poseedores de copias del llamado «Documento de Damasco», del que se han descubierto copias qumranitas muy anteriores en 4Q y 6Q. Su identificación con los zelotas tampoco es satisfactoria. Para establecer una identificación sobre una base algo sólida, se deben estudiar los antecedentes de la comunidad.

Bosquejo histórico del qumranismo

En base a las alusiones dadas en el «Documento de Damasco», los fundadores fueron elegidos en la «era de la ira» (cfr. 1 Mac. 1:66; 2:49), 390 años después de la destrucción del Templo de Salomón por los babilonios. En el estudio de Vermes (p. 62), se hacen unas correcciones cronológicas en base a unos errores detectados en la literatura judía paralela acerca de la dominación del imperio persa. Ello llevaría entonces al año 175 a.C. Ésta es la época de Antíoco Epifanes, en la que surgieron los hasidim, o «piadosos», que se opusieron totalmente a la helenización que Jasón y Menelao querían introducir en Judea; siguiendo este proceso, Antíoco impuso la prohibición de practicar el judaísmo. Muchos de los hasidim huyeron al desierto (cfr. 1 Mac. 2:29-30), uniéndose sólo a desgana con los macabeos (1 Mac. 2:42). Sin embargo, cuando Demetrio, hijo de Seleuco, se apoderó del trono, nombró a Alcimo, de la casa de Aarón, como sumo sacerdote de Israel. Los hasidim abandonaron entonces la lucha, dispuestos a reconocerlo (1 Mac. 7:13-16), Sin embargo, sus esperanzas quedaron defraudadas ante los turbios manejos de Alcimo, que hizo ejecutar a sesenta de ellos. Huyeron entonces al desierto, desorientados. Fue entonces que surgió la figura del «Maestro de Justicia», alrededor del año 155 a.C. Impregnado de un intenso ideal sadoquita (la restauración de un orden teocrático en Israel bajo el linaje sumosacerdotal de Sadoc), asumió la dirección de los que rechazaban la helenización, por una parte, y la asunción del sumo sacerdocio por personas ajenas a su línea, por otra. En efecto, muerto Alcimo en el año 159 a.C., el pontificado había quedado vacante. Jonatán Macabeo estaba entonces acaudillando la nación, y eliminando la cultura helénica (1 Mac. 9:73). En el año 152 Alejandro Balas lo designó sumo sacerdote. Sin embargo, Jonatán no era de la descendencia de Aarón, ni de la casa de Sadoc. El «Maestro de Justicia» rechazó de plano tal asunción al sumo sacerdocio (cfr. 1QpHab col. VIII, Vermes, p. 240). Jonatán, junto con Simón, el otro «instrumento de violencia» (cfr. 4QTest, Vermes, p. 248), se dedicó a reforzar las defensas de Jerusalén y de las ciudades de Judea (cfr. 1 Mac. 12:35-38).

Perseguido, el «Maestro de Justicia» tuvo que retirarse al exilio (1QpHab col. XI, Vermes, p. 241). Como muestra Vermes de una manera rigurosa, el «Documento de Damasco» (6QDD) así como los comentarios de Habacuc (1QpHab) y de Nahum (4QpNah) concuerdan con las condiciones históricas del establecimiento y decadencia de la dinastía hasmonea, aborrecida por los qumranitas por su asunción del sumo sacerdocio.

Qumrán y los esenios.

Un examen de la vida de los qumranitas en base a los escritos descubiertos muestra su identidad, prácticamente cierta, con los esenios. Son múltiples los puntos de identidad entre lo que se afirma de los esenios en Josefo, Filón de Alejandría y Plinio, y la descripción de la comunidad de Qumrán por parte de los propios libros de ellos. Así, se pueden mencionar, entre otros, los siguientes puntos comunes:

(1) Vida y posesiones en común: cfr. Regla de la Comunidad (1QS, cols. i, v, vi, Vermes, pp. 72, 78, 82) con Guerras 2:8, 3. Había dos niveles de comunidad, la cerrada o «monástica», como la de Qumrán, y la de ciudad, o «abierta» en lo que respecta a la comunidad de bienes. Sin embargo, en esta última se ordenaba una solidaridad ilimitada (cfr. Vermes, p. 29, y Documento de Damasco, 6QD, col. XIII, Vermes, p. 115).

(2) Comida en común, que tenía carácter sacrificial, dándose al comedor el carácter de santuario, RC, 1QS vi, Vermes 81; cfr. Guerras 2:8, 5.

(3) Oraciones en común, RC, 1QS vi, Vermes 81; Guerras 2:8, 5.

(4) Baños rituales, RC, 1QS III y V, Vermes 75 y 79; cfr. Guerras 2:8, 5.

(5) Norma de silencio en el sentido de no decir nada por hablar, RC, 1QS v, Vermes 81; cfr. Guerras 2:8, 5.

(6) Orden estricto para hablar, debiéndose pedir permiso, RC, 1QS vi, Vermes 81; cfr. Guerras 2:8, 5.

(7) Obras de caridad, RC, 1QS iv, v, Vermes 76, 82; DD, 6QD vi, xiv, Vermes 103, 116; cfr. Guerras 2:8, 3-4.

(8) Reglas de admisión, con diversas pruebas escalonadas, al cabo de las cuales se era admitido tras terribles juramentos con bendiciones y maldiciones, RC, 1QS i, v, vi, Vermes 72, 73, 79, 82; cfr. Guerras 2:8, 7.

(9) El sábado: normas sumamente estrictas: ¡No se podía siquiera sacar un animal de un hoyo en el que hubiera caído! Si se trataba de hombres en peligro, sí se podía actuar, DD, 6QD xi, Vermes 133, cfr. párrafos 3 y 5; cfr. Guerras 2:8, 9.

(10) Estaba prohibido tener relaciones sexuales en la ciudad del santuario (DD xii, Vermes 113, cfr. 11QTs, el «Rollo del Templo», del que informa Yigael Yadin que también tiene esta prohibición.

(11) Secreto total acerca de las doctrinas propias y de los libros exclusivos de la secta, RC 1QS ix, Vermes 88; DD, 6QD xi, Vermes 108; cfr. Guerras 2:8, 7.

(12) Medidas de disciplina: Eran draconianas, RC, 1QS vi, vii, viii y ix; cfr. Guerras 2:8, 8.

Efectivamente, los libros de la secta no imponían un celibato absoluto, pero sí que imponían normas de pureza ritual que hacía mucho más conveniente este estado. El mismo Josefo reconoce que había esenios casados (Guerras 2:8, 13). Para las normas acerca del matrimonio, de estricta monogamia, véanse DD, 6QD iv, vii, Vermes 101, 104; «Regla de la Congregación», 1QSa, i, Vermes 119.

Con respecto al tema de la identificación de los qumranitas con los esenios, es de sumo interés un pasaje de Plinio el Viejo en su obra Historia Natural. En un pasaje afirma él que los esenios tenían un centro en la costa occidental del mar Muerto, al norte de En-gadi (Hist. Nat. 5:17), lo que coincide con la situación de Qumrán.

En relación con la identificación de los qumranitas con los esenios, llama la atención el estudio de Morton Smith (Biblical Archaeology Review, sept./ oct. 1984, vol. X, nº. 5: «The case of the gilded staircase»). En base a su estudio de la columna 30 del «Rollo del Templo» (11QTs xxx) afirma, con un vigoroso aporte de datos, que posiblemente una de las prácticas secretas de la secta de Qumrán fuera la adoración del sol, como representante visible de Dios. Para ello se apoya en el hecho de que en este pasaje se halla el proyecto de una escalera toda recubierta de oro, con un diseño muy especial, planeada para el futuro templo a construir después de la victoria final. Morton argumenta que la fantasiosa exégesis del AT de que dan evidencia los qumranitas hubiera posibilitado esta práctica. Los judíos eran, en efecto, maestros de la casuística. En el «Talmud de Babilonia» («Tratado Sanedrín», 17a, final), se preserva un dicho del Rabí Judá: «Nadie puede sentarse en el sanedrín a no ser que sepa cómo demostrar, en base a las Escrituras, que un reptil es un animal limpio» (¡!). Esta práctica tendría mucho que ver con el nombre que tenían de «hijos de la luz». Posiblemente explicaran su adoración al sol «como representación de la divinidad», en forma parecida a como el catolicismo romano y otras confesiones ritualistas intentan justificar el culto a las imágenes, aduciendo que «se da culto a lo que la imagen representa, no a la misma imagen». Pero lo realmente interesante en relación con estas afirmaciones es que A. Edersheim, ya en 1883, apuntaba a esta misma posibilidad respecto a los esenios (cfr. A. Edersheim: «The Life and Times of Jesus the Messiah», vol. I, p. 327). Del estudio de Edersheim, que dedica varias páginas a los esenios, se desprende además que el judaísmo oficial consideraba perniciosos los escritos secretos externos («Sepharim haChitsonim»), hasta el punto de negar la vida eterna a los que los estudiaran (Edersheim, op. cit., vol. I, p. 333).

Recapitulación:

Los qumranitas eran, por todo lo que antecede, un grupo muy riguroso que se convirtió en secta inicialmente debido a su rechazo al servicio del Templo, al creerlo contaminado por la accesión al sumo sacerdocio de aquellos que no tenían derecho para ello, manteniéndose fieles a la casa de Sadoc (cfr. Ez. 44:15). La forma final de su doctrina vino gradualmente de su fe en sus propias y extremas interpretaciones, del liderazgo carismático del Maestro de Justicia, de influencias persas de la época de la cautividad, que también se dejaron sentir en el rabinismo, y de la manipulación y ampliación de la Ley para hacerla concordar con sus propios prejuicios. Eran hiperlegalistas, especialmente en lo que se refiere a la práctica del sábado y a las leyes de la purificación. Hay evidencias de que muchos de los qumranitas procedían de familias sacerdotales. Eran los campeones de la imposición del dominio sacerdotal sobre el Templo y todo Israel. Como se aprecia en los diversos mss., no constituían un bloque monolítico, de la misma manera que de las descripciones de los autores antiguos se ve que los esenios no constituían un bloque, sino que, dispersos por toda Judea, incluyendo Jerusalén, había comunidades cerradas a las que se unían otras formadas de miembros con una vida más arraigada en lo cotidiano. Sin embargo, Josefo sitúa su número en cuatro mil miembros.

La concepción escatológica de los qumranitas era que los últimos sacerdotes infieles de Jerusalén verían su dominio roto por el invencible kittim (Roma; cfr. 1QpHAb, i). Una vez caído todo el mundo bajo el poder de los kittim (1QpHab, ii), se lanzaría la proclamación de guerra contra ellos por parte de los «hijos de la luz». Los detalles de esta guerra para el establecimiento final del Reino de Dios y de la supremacía del resto de Israel (con el que ellos se identificaban; cfr. RESTO [DE ISRAEL]) se dan en el libro «Reglas de la Guerra» (1QM). (Véase sección V de este artículo, Cueva 1 [1Q].) En esta guerra tendrían el apoyo de los ejércitos celestiales contra los hijos de las tinieblas, que a su vez serían apoyados por Belial con su ejército de demonios. Destruidos éstos, sería establecido el Reino de Dios. Estaban también previstas en otros escritos las normas para gobernar la vida del mundo en los tiempos mesiánicos. En el tiempo de Su visitación Dios establecerá la verdad para siempre, poniendo fin a la falsedad, enseñando a cada hombre el conocimiento del Altísimo para que camine en su conocimiento perfecto.

Como se puede ver, una gran parte de la imaginería escatológica de Qumrán está tomada del AT.

Es evidente que todo lo anterior lleva a la identificación de Khirbet Qumrán con las ruinas de un núcleo esenio, y que varios de los libros hallados en las cuevas, como el Rollo del Templo (11QTs), la Regla de la Comunidad (1QS) con sus apéndices (la Regla de la Congregación, 1QSa, y El Libro de las Bendiciones, 1QSb), El Documento de Damasco (6QD), Las reglas de la Guerra (1QM), y varios más de los mss. extrabíblicos, constituyen los «libros secretos» que sólo los iniciados en el esenismo podían conocer.

VII. Jesucristo, el cristianismo, y los esenios.

Varios autores se sorprenden de que en el NT no se haga mención de los esenios. Se debe recordar, sin embargo, que los esenios eran una comunidad totalmente encerrada en sí misma, viviendo al margen del judaísmo en su aspecto religioso y social. También se debe recordar que Josefo cuenta cuatro mil esenios en Judea. Por ello, no es de sorprender que no jueguen ningún papel patente en los Evangelios.

Hecha esta salvedad, se deben hacer unas observaciones. Hay unas alusiones en los Evangelios que se entienden bien como alusión expresa a las prácticas de los esenios. Un ejemplo lo constituye el mandato del Señor Jesús en el Sermón del Monte. Ordena El amar a los enemigos, en contra de la orden dada de aborrecerlos (cfr. Mt. 5:43-44). Sin embargo, en los textos hebreos del AT no existe tal enseñanza, ni en los rabínicos, como señala Yigael Yadín. Esta enseñanza sí se daba entre los esenios, sin embargo. En la «Regla de la Comunidad» (1QS) se da la orden de aborrecer para toda la eternidad a los Hijos de las Tinieblas (1QS, I, IX). La mención de este mismo hecho acerca de los esenios por parte de Josefo (Guerras 2:8, 7) da evidencia de que este rasgo era de dominio público.

Yadín observa asimismo que el pasaje de Mr. 8:14-21 es una expresión a la vez antifarisaica y antiesenia de Jesús. Hace mención de las doce cestas recogidas con posterioridad a la multiplicación de cinco panes entre cinco mil, y a las siete que sobraron después de repartir siete panes entre cuatro mil. Los fariseos estaban asociados con los sacrificios del Templo, donde estaban los doce panes de la proposición. En cambio, en el «Rollo del Templo» de los qumranitas se disponen siete panes para la ceremonia anual de ordenación de sus sacerdotes. Así, Yadín razona que esta alusión sería doble, a fariseos y esenios. Evidentemente, Jesús menciona realmente a los herodianos, no a los esenios. Pero Yadín señala la afirmación de Josefo del gran favor en que los tenía Herodes, que los protegía (Ant. 15:10, 5). No es la primera vez que se propone la identificación de los herodianos con los esenios. A los herodianos, en realidad, no se les conoce en absoluto, más que por ésta y otras alusiones en el NT, y su perfil no está nada definido. Incluso un historiador de la vida del Señor de la talla de Alfred Edersheim tiene que decir, del partido de los herodianos, «pudiera haber sido...», refiriéndose a la teoría que haría de ellos un partido gentilizante. Este apelativo pudiera haber sido popular, denotando a los objetos del favor especial de Herodes, como lo eran los esenios.

Por otra parte, hay autores que pretenden que el cristianismo surgió del esenismo, y que Juan el Bautista era esenio. Sin embargo, la familia de Juan estaba conectada con el Templo, y él nunca predicó en contra de esta institución. Es evidente que hay una gran cantidad de elementos comunes en la imaginería cristiana y la esenia. Después de todo, es patente que ambas corrientes tienen un gran fondo común de contenido veterotestamentario. Pero el contenido y desarrollo doctrinal del cristianismo son tan diferentes del esenismo, y el cristianismo estaba tan lejos de ser una sociedad hermética y legalista, que es inconcebible mantener que éste se derive del esenismo.

Yadín, por su parte, cree que Pablo fue el elemento clave en la liberación de los cristianos con respecto a la Ley ¡inspirado en el esenismo! Aunque es cierto que Pablo tuvo un importante papel en la proclamación del evangelio de la gracia a los gentiles, y en la exposición de la relación de la gracia con la Ley y de la abolición de ésta para aquel que ha muerto en Cristo (véanse LEY, PABLO, etc.), fue Pedro quien recibió la visión que lo llevó a predicar el Evangelio a casa de un gentil, y fue Jacobo, el presidente de la iglesia en Jerusalén, quien dio la palabra decisoria sobre la libertad de los cristianos procedentes de la gentilidad acerca de la Ley (véanse CONCILIO DE JERUSALÉN, e HISTORIA BÍBLICA, d, C). Además, todo el planteamiento de la cuestión era diferente en ambos casos. El esenismo no liberaba a nadie del yugo de la Ley, sino que insistía aún más que el rabinismo en sus preceptos. Sólo se mantenían apartados del Templo de Jerusalén debido a la existencia de una línea de sacerdocio no sadoquita. El cristianismo, bien al contrario, basa la abolición del sistema sacrificial judaico en que las sombras, una vez cumplidas, dan paso a la realidad (cfr. HEBREOS [EPÍSTOLA A LOS]).

Vermes (op. cit.) sostiene en su libro (p. 46), una semejanza entre el concepto esenio de sacrificio de uno mismo y el que da Pablo en Ro. 12:1: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.» Pero Vermes pasa por alto que el concepto esenio no puede ser análogo al paulino porque, en sus propias palabras, «la comunidad atribuía un valor sacrificial al ejercicio de la virtud y al sufrimiento... enseñaba (la comunidad) que una vida santa tenía un valor expiatorio y santificante... era el verdadero remedio contra la enfermedad del pecado y de la culpa... el vehículo de la sanidad y de la vida» (Vermes, p. 46). El sacrificio paulino (Ro. 12:1) es el de una vida agradecida, un sacrificio de acción de gracias, NO EXPIATORIO (cfr. asimismo 1 P. 2:5). Para Pablo, el sacrificio expiatorio ya fue ofrecido: Cristo. El remedio contra el pecado y la culpa es la muerte de Cristo aplicada al que cree, purificándolo (He. 1:3). El vehículo de la salvación, en el NT, es la fe (Ro. 5:1, etc.). En lugar de analogía o derivación, tenemos aquí el más total de los contrastes entre un legalismo encadenante y la gracia liberadora.

VIII. Literatura bíblica: AT

La tradición afirma que el Texto Masorético (TM) se originó como síntesis de los rabinos judíos en Tiberias; los rabinos eligieron un texto entre los varios de que disponían, y lo copiaron con sumo cuidado, añadiendo los signos de vocalización y entonación, para preservar y fijar el texto (véase MASORETAS). Esta tradición se ve apoyada por los hallazgos de Qumrán. En efecto, el TM se ve allí reflejado por textos más antiguos, de texto prácticamente correspondiente, y que reciben el nombre de protomasoréticos. La mayor parte de los textos de Qumrán son de este tipo. Pero también aparecen textos heb. paralelos a la LXX; este hallazgo, de gran importancia, indica que la LXX no fue traducida, como se pensaba, de un texto común al TM y LXX, dándose los rabinos ciertas libertades en la traducción de algunos de los libros. En lugar de ello, la evidencia indica que la LXX fue traducción fiel de escritos hebreos con una tradición de transmisión anterior a sus espaldas, que divergían en algunos respectos de los protomasoréticos.

Este hecho es de suma importancia por sus consecuencias respecto a teorías acerca de la formación de estos libros. El caso del libro de Isaías es un ejemplo. Las dieciocho copias existentes apoyan, en mayor o menor grado, el TM. Sin embargo, el rollo completo (1QIsa) presenta ciertas divergencias con respecto al TM que sólo pueden explicarse como debido a su proveniencia de otras copias anteriores de una tradición textual distinta. Las diferencias no son grandes, pero evidentemente se precisó de tiempo para su establecimiento. Aparecen «matres lectionis» (consonantes que sirven de vocales), algunas interpolaciones (poco numerosas), y una decena de variantes en los pasajes mesiánicos, que dejan entender que el escriba pertenecía a una escuela de pensamiento que daba poco énfasis a este aspecto. El segundo rollo, de considerable extensión, aunque incompleto (véase sección V), es prácticamente idéntico al masorético. Ello nos lleva a las siguientes consideraciones con respecto al libro de Isaías:

(a) La gran fidelidad de la transmisión del TM, elegido con unos criterios ciertamente rigurosos, y que ha confirmado la fiabilidad de todo el texto del AT.

(b) La necesaria considerable antigüedad anterior del texto entero de Isaías supuesta por:

(1) el hecho de que se trata de copias procedentes evidentemente de originales distintos, y por ello anteriores en el tiempo, y 

(2) por el tiempo necesario para que se desarrollaran las diferencias entre las anteriores líneas de documentos divergentes. Se debe tener en cuenta que estos rollos están fechados a fines del siglo II a.C. o principios del I. Y es preciso tener presente que todas las teorías acerca de tres autores para Isaías (véase ISAÍAS) se basan en un prejuicio antisobrenaturalista, sin ninguna base factual real.

El libro de Daniel está representado por ocho mss., que dan evidencia de la existencia, ya entonces, del paso del hebreo al arameo, y viceversa, en Dn. 2:4 y 7:28, respectivamente. La antigüedad de estos mss. (4QDna está fechado en el año 120 a.C.) evidencia asimismo la insostenibilidad de los argumentos modernistas que mantienen una fecha de redacción para Daniel de alrededor del año 168 a.C. Esta obra, aparte de las evidencias internas que apoyan su genuinidad, no hubiera podido ser aceptada por comunidades tan diversas y enfrentadas entre sí como los qumranitas y la escuela rabínica oficial, ni haber sido traducida y aceptada como genuina, en fecha tan temprana como antes del 120 a.C., si no hubiera habido una difundida consciencia de su autenticidad. La postura «liberal» se halla aquí ante una dificultad insuperable. (Véase DANIEL [LIBRO DE].)

Los cinco fragmentos de Levítico (procedentes de 1Q), de pergamino, escritos en caracteres muy arcaicos, y fechados en el siglo V a.C. (A. Parrot), dan también un golpe a los presupuestos «liberales» de la teoría de «las fuentes»; pertenecen al llamado Código de Santidad (Lv. 17-26); según la «Alta Crítica», el 300 a.C. sería la fecha límite. Es evidente que estas copias apuntan a una antigüedad mucho mayor del original del Pentateuco (véase PENTATEUCO).

IX. Literatura bíblica: NT

Aunque los hallazgos ya mencionados de la Cueva 7 de


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