El que hace pasar varias veces el oro o la plata por el fuego, hasta la desaparición de las escorias del metal precioso (Zac. 13:9; cfr. Sal. 12:6). Se dice que la operación ha llegado a buen fin cuando el metal refinado refleja la imagen del refinador.
Dios es comparado con un refinador de plata: echa a Su pueblo en el horno de aflicción, y lo retira de él cuando puede reflejar en su conducta la imagen divina (Mal. 3:2, 3).