(heb. «nebel»; gr. «psalterion», designa una lira; Is. 5:12; 14:11; Am. 5:23; 6:5). En gr., el término «nebel» vino a ser «nabla». En la LXX se encuentra ordinariamente la transcripción «nabla» (1 S. 10:5; 2 S. 6:5; 1 Cr. 13:8; 15:16, 20). El cuerpo de este instrumento, que al principio fue de madera (2 S. 6:5; 2 Cr. 9:11) se hizo más tarde metálico (Ant. 8:3, 8). Se desconoce el número de cuerdas; eran de tripa; se mencionan diez cuerdas para un tipo de salterio concreto (el decacordio; Sal. 33:2; 92:4). Acompañaba a la voz de soprano (1 Cr. 15:20), y era portátil (1 S. 10:5). Josefo dice que la «kinnura» (heb. «kinnõr», lira, arpa) tenía diez cuerdas, y que se tañía con el plectro, en tanto que la nabla tenía doce notas y se pulsaba con los dedos (Ant. 7:12, 3).
Según Eusebio, el salterio recibía en Israel el nombre de nabla y tenía la tabla de resonancia arriba. Agustín de Hipona, comentando el Sal. 42, dice que el salterio tiene la tabla de resonancia por encima de las cuerdas, al revés de la cítara, que la tiene debajo.
Saúl se encontró con un grupo de profetas tocando el salterio (1 S. 10:5), instrumento que fue también usado cuando el arca fue devuelta a Jerusalén (2 S. 6:5).
Cuando David organizó el servicio musical del santuario, designó a ciertos levitas para tocar el salterio (1 Cr. 15:16, 20, 28; 16:5; 25:1, 6), perpetuándose así su uso para el culto público (2 Cr. 5:12). También se tocaba en las fiestas (Is. 5:12; Am. 6:5). Este instrumento acompañaba frecuentemente al arpa (1 S. 10:5; 2 S. 6:5; 2 Cr. 9:11; Sal. 81:3; 108:3). (Véase MÚSICA.)