Además de la común referencia a este acto agrícola (véanse AGRICULTURA, ESTACIONES [DEL AÑO]), la siembra se usa de manera figurada de la dispersión del Evangelio, como en la parábola del sembrador, explicada por el mismo Señor. Cuando Él llegó a Israel, no encontró fruto, y Él mismo vino a ser el Sembrador, sembrando la buena semilla, que cayó bajo distintos tipos de tierra, y con varios resultados. A pesar de la influencia de Satanás, tratando de impedir que las semillas arraigasen, algunas cayeron sobre buena tierra (no buena por naturaleza, sino preparada por Dios), dando fruto como resultado (
La siembra es también una hermosa figura acerca de poner el cuerpo en la tierra. El cristiano que duerme en el Señor es sembrado cuerpo natural, en corrupción, deshonra y debilidad; pero resucitará un cuerpo espiritual, en incorrupción, en gloria y poder (