Además de la común referencia a este acto agrícola (véanse AGRICULTURA, ESTACIONES [DEL AÑO]), la siembra se usa de manera figurada de la dispersión del Evangelio, como en la parábola del sembrador, explicada por el mismo Señor. Cuando Él llegó a Israel, no encontró fruto, y Él mismo vino a ser el Sembrador, sembrando la buena semilla, que cayó bajo distintos tipos de tierra, y con varios resultados. A pesar de la influencia de Satanás, tratando de impedir que las semillas arraigasen, algunas cayeron sobre buena tierra (no buena por naturaleza, sino preparada por Dios), dando fruto como resultado (Mt. 13:3-43). Siempre que se predique el Evangelio, se está sembrando la semilla, e indudablemente, como en la parábola, cae sobre diferentes tipos de terreno. Los siervos de Dios segarán a su debido tiempo, si no se desalientan.

La siembra es también una hermosa figura acerca de poner el cuerpo en la tierra. El cristiano que duerme en el Señor es sembrado cuerpo natural, en corrupción, deshonra y debilidad; pero resucitará un cuerpo espiritual, en incorrupción, en gloria y poder (1 Co. 15:36-44).


Elija otra letra: