Una de las cinco ciudades de la llanura del Jordán (Gn. 13:10). Lot, separándose de Abraham, decidió establecerse en Sodoma, a pesar de la pésima reputación de esta ciudad (Gn. 13:11-13). Quedorlaomer saqueó Sodoma (Gn. 14:11), llevándose cautivo a Lot junto con los suyos. Abraham los libró y recuperó sus bienes (Gn. 14:21-24). Más tarde, Dios destruyó Sodoma y al menos otras tres ciudades de la llanura, a causa de su perversidad. El juicio divino consumió a Sodoma bajo una lluvia de azufre y fuego que indudablemente inflamaron los muchos pozos de asfalto de aquel valle. Lot y sus dos hijas escaparon al cataclismo (Gn. 19:1-29; Dt. 29:23; Is. 1:9, 10; 3:9; 13:19; Jer. 49:18; 50:40; Lm. 4:6; Ez. 16:46-56; Am. 4:11; Sof. 2:9; Mt. 10:15; 11:24; Lc. 10:12; 17:29; Ro. 9:29; 2 P. 2:6; Jud. 1:7). En Apocalipsis se designa alegóricamente a la gran ciudad pecadora por los nombres de Sodoma y Egipto.

El emplazamiento preciso de Sodoma no ha podido ser determinando. Hay dos argumentos que pueden hacer suponer que esta ciudad estaba en el extremo septentrional de la llanura:

  • (a) Desde un lugar cercano a Bet-el, Abraham y Lot pudieron contemplar toda la llanura del Jordán (Gn. 13:3, cfr. v. 10). Sin embargo, se debe tener precaución con el término «toda» en este pasaje.
  • (b) Quedorlaomer, que provenía del sur, venció a los amorreos de Hazezón-tamar, esto es, En-gadi, antes de enfrentarse con el rey de Sodoma y sus aliados (Gn. 14:7-8), lo que parecería indicar que se encontraron entre En-gadi y el extremo septentrional del mar.

Pero hay sólidos argumentos que llevan a suponer más bien que Sodoma se hallaba al sur del mar Muerto. Por una parte, el betún o asfalto sólo abunda en el extremo sur del mar (cfr. Gn. 14:10). Además, hay la mención que hace Josefo de que una de las ciudades, Zoar, se hallaba en el extremo meridional del mar (Guerras 4:8, 4).

W. F. Albright, junto con otros brillantes eruditos, ha difundido la tesis de que las cinco ciudades podrían estar sepultadas bajo las aguas del golfo meridional, que tenían una profundidad de entre 60 cm. y 6 m. Sin embargo, debido a las desviaciones de agua del Jordán con propósitos agrícolas, y a la disminución del aporte al mar Muerto, una gran parte de la cuenca meridional quedó a descubierto en 1979, lo que posibilitó su exploración. El resultado negativo del examen de esta zona se une, sin embargo, con el positivo de las exploraciones de Bab edh-Dhra, Numeira, Safi, Feifa y Khanazir, que se hallan en la linde oriental de la llanura de Lisán y del Ghor. Aunque sólo se han hecho excavaciones de los dos primeros yacimientos (1975-1979), de ellas, y de los exámenes de los tres últimos lugares, los arqueólogos Rast y Schaub han llegado a conseguir datos fiables y sólidos para su identificación con las cinco ciudades de la llanura (cfr. «Have Sodom and Gomorrah been found», en Biblical Archaeology Review, sept./oct. 1980, vol. VI, nº 5, PP. 26-36). Todas estas ciudades presentan evidencias de haber acabado en una fiera conflagración. Toda la evidencia excavada y de campo concuerda con el relato bíblico, confirmando de manera independiente que hacia la mitad del siglo XXI a.C. un gran cataclismo asoló todo el país (Gn. 19:28).

Todo el valle se halla sobre la gran falla que sigue el curso del Jordán, el mar Muerto y el Arabá. En esta región, siempre sometida a temblores de tierra, es indudable que los fenómenos geológicos contribuyeron a la destrucción de las ciudades, aunque la Biblia sólo menciona la acción divina desencadenante. La sal y el azufre, abundantes en estado libre, aparentemente mezcladas en el curso de una gran convulsión de la tierra, provocaron una violenta explosión; proyectadas incandescentes al aire, llovieron literalmente sobre la llanura en una lluvia de fuego y de azufre (Gn. 19:24, 28). El relato de la mujer de Lot transformada en estatua de sal ha sido frecuentemente relacionado con una gran colina de sal de una longitud de 8 Km. que va de norte a sur por el extremo suroeste del mar Muerto. En la época del NT todavía se podían ver ruinas de ciudades destruidas (Tácito, Historia, 5:7; Josefo, Guerras 4:4).

Recientemente se han hallado menciones de las cinco ciudades de la llanura en antiguos registros comerciales guardados en los archivos del imperio de Ebla (véase MARDIKH [TELL]). En estas tabletas comerciales, los nombres de las ciudades de la llanura se hallan en el mismo orden que en Gn. 14:2.

Sodoma es considerada como ciudad símbolo de iniquidad, culpable de un desenfreno en repugnantes pecados contra natura (Jud. 1:7). Isaías llama a los príncipes de Judá «príncipes de Sodoma» (Is. 1:10; cfr. Ez. 16:46-56; Ap. 11:8). El Señor, para mostrar la inmensa maldad de rechazarle a Él después de haber oído Sus palabras llenas de gracia y de haber visto Sus poderosas obras, declaró que sería más tolerable en el día del Juicio el castigo aplicado a Sodoma que el de las ciudades que le habían rechazado (Lc. 10:12). La destrucción de Sodoma y Gomorra, tanto en lo repentino del acontecimiento como en su globalidad, es expuesta como advertencia a los pecadores de los juicios venideros (Lc. 17:29; Jud. 1:7).


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