«que adora a Dios».

El apóstol Pablo llama a Timoteo «mi hijo amado y fiel en el Señor» (1 Co. 4:17) y «verdadero hijo en la fe» (1 Ti. 1:2), lo que indica que Pablo fue el instrumento en la conversión de Timoteo. Durante su primer viaje misionero, Pablo pasó a Listra, en Licaonia, donde llevó a Cristo a Eunice y a Loida, respectivamente la madre y la abuela de Timoteo. Éste fue también ganado a la fe cristiana en esta época. Su madre era judía, y su padre griego (Hch. 16:1). Timoteo, que había llegado a ser un cristiano activo, fue recomendado a Pablo por los hermanos de Listra y de Iconio, cuando el apóstol volvió a visitar Listra en el curso de su segundo viaje misionero (Hch. 16:2). Aunque ya en su infancia había recibido las enseñanzas del AT (2 Ti. 3:15), Timoteo no estaba circuncidado (Hch. 16:3). Unas profecías revelaron que estaba destinado a un servicio particular (1 Ti. 1:18; 4:14). Pablo y los ancianos le impusieron las manos y lo consagraron a la evangelización (1 Ti. 4:14; 2 Ti. 1:6). Para no ofender a los judíos, Pablo circuncidó a Timoteo. Ello fue una concesión a las ideas judías tradicionales, a causa de las circunstancias, por cuanto se podía alegar la ascendencia judía de Timoteo, pero no se implicaba con ello el abandono del principio de la libertad cristiana.

Timoteo acompañó a Pablo por Galacia, y después a Troas, Filipos, Tesalónica y Berea. En este último lugar se quedó con Silas mientras Pablo se dirigía a Atenas (Hch. 17:14). Timoteo llegó después a esta ciudad. En 1 Ts. 3:1-2 se ve que Pablo lo volvió a enviar de Atenas a Tesalónica. No parece que Silas llegara a Atenas. Finalmente, él y Timoteo se reunieron con Pablo en Corinto (Hch. 18:5; 1 Ts. 3:6), donde Timoteo se quedó a continuación durante un tiempo con Pablo (1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1). Aunque el texto no lo dice, es probable que fuera con el apóstol en su viaje de vuelta. Timoteo es mencionado después en relación con el ministerio de Pablo en Éfeso. En 1 Co. 4:17, el autor nos confirma que, antes de escribir esta carta, había enviado a Timoteo a Corinto para reprimir abusos. Sin embargo, no sabemos si Timoteo ya había llegado en el momento de enviar la carta (1 Co. 16:10); en todo caso, parece que había llegado a Éfeso, porque, poco antes de abandonar esta ciudad, Pablo envió a Timoteo y Erasto a Macedonia (Hch. 19:22), donde el apóstol se reunió poco más tarde con su joven amigo (2 Co. 1:1). Se dirigieron los dos juntos a Corinto (Ro. 16:21). Timoteo figura entre los acompañantes de Pablo en su viaje de vuelta a Jerusalén, al término de su tercer viaje (Hch. 20:4). El texto no dice si Pablo subió a Jerusalén con su hijo espiritual. Tampoco se le menciona en relación con el encarcelamiento de Pablo en Cesarea ni con el viaje de Pablo a Roma. Pero su nombre es citado en las epístolas redactadas desde Roma (Fil. 1:1; 2:19-22; Col. 1:1; Flm. 1). Timoteo había seguido al apóstol hasta la misma capital, y compartía sus trabajos.

Cuando Pablo fue liberado, confió importantes misiones al joven Timoteo. La primera carta dirigida a él revela que el discípulo supervisaba la iglesia en Éfeso (1 Ti. 4:12). Allí tenía que refutar la falsa ciencia de ciertos doctores, nombrar cargos, organizar y disciplinar la iglesia como delegado de Pablo, que poco antes de morir le escribió una segunda epístola, considerada como su testamento espiritual. Faltándole poco para sufrir el martirio, Pablo esperaba la visita de su hijo espiritual (1 Ti. 4:9, 21). No sabemos si esta visita se llevó a cabo.

La única otra mención a Timoteo se halla en He. 13.23, donde se lee que Timoteo había sido encarcelado y liberado. Aceptando la paternidad paulina de Hebreos (véase HEBREOS [EPÍSTOLA A LOS]), este encarcelamiento de Timoteo debió producirse entre la liberación de Pablo y su segundo encarcelamiento. No se sabe nada de los años posteriores de Timoteo. Una antigua tradición afirma que siguió dirigiendo la iglesia en Éfeso, y que sufrió el martirio bajo Domiciano o Nerva.

nom, TIMOTEO (Epístolas)

tip, LIBR LINT

ver, PABLO, ANCIANOS, DIÁCONOS, OBISPOS

vet,

  • (a) Primera Epístola.

Fue escrita probablemente cuando Pablo hubo recobrado su libertad, después de su primer cautiverio en Roma (véase PABLO). El apóstol, que deseaba dirigirse a Macedonia, había encargado a Timoteo la dirección de la iglesia en Éfeso (1 Ti. 1:3). Numerosos exegetas suponen que Pablo redactó esta carta en Macedonia. Su fecha de redacción se sitúa probablemente en el año 64 o 65 d.C. La epístola trata de los problemas prácticos que Timoteo iba a afrontar en el ministerio, y le da instrucciones concretas de Pablo. Muestra el interés personal de Pablo por la marcha de la iglesia y por la misma persona de Timoteo.

(A) Análisis.

(I) Instrucciones acerca de la Iglesia, caps. 1 a 3: Puesta en guardia contra los falsos doctores (1 Ti. 1), la oración, el papel de la mujer en la Iglesia (1 Ti. 2), deberes de los obispos y diáconos (véanse ANCIANOS, DIÁCONOS, OBISPOS). Grandeza de la misión de la Iglesia, y profundidad del «misterio de la piedad» (1 Ti. 3).

(II) Consejos a Timoteo (1 Ti. 4; 5; 6): errores doctrinales y prácticas que debe evitar (1 Ti. 4); actitud de la Iglesia (1 Ti. 5:1-6:2). Exhortaciones finales, en particular bajo la forma de mensaje personal a Timoteo (1 Ti. 6:3-21).

  • (b) Segunda Epístola.

Data del segundo cautiverio de Pablo en Roma, poco antes de su muerte, que probablemente tuvo lugar en el año 66 o 67 d.C. Ésta es la última epístola escrita por el apóstol. Dice que está preso (2 Ti. 1:8, 16) y tratado como malhechor (2 Ti. 2:9). Está esperando sufrir el martirio (2 Ti. 4:6). Sus amigos lo habían abandonado (2 Ti. 1:15; 4:10-12) y sólo Lucas estaba con él (2 Ti. 4:11). Con todo, algunos cristianos romanos visitaban al preso (2 Ti. 4:21). En una primera comparecencia no había sido condenado (2 Ti. 4:16, 17), pero seguía detenido en un calabozo. Pablo presiente el fin de su carrera sobre la tierra, y escribe a Timoteo para exhortarle a perseverar en el ministerio, y le pide que acuda pronto a Roma.

(A) Análisis.

(1) Breve introducción: el preso expresa su deseo de volver a ver a Timoteo (2 Ti. 1:1-5). Lo exhorta a que se muestre valeroso en medio de las pruebas y penalidades (2 Ti. 1:6-12); a ser fiel en la fe a pesar de la oposición (2 Ti. 1:13-18).

(2) Timoteo debe defender con fuerza las verdades fundamentales del Evangelio, cuidar su vida espiritual, ser sufrido y puro, manteniéndose apartado de todo aquello que deshonre al Señor y de los vasos de deshonra, a fin de ser «instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra» (2 Ti. 2:19-22).

(3) Revelación acerca de la futura apostasía en el seno de la Iglesia (cfr. 2 Ti. 3:5). El apóstol recomienda a Timoteo que siga el ejemplo que él le ha dado, y que ponga en práctica en su vida la palabra de Dios, sabiendo que toda la Escritura es inspirada de Dios (2 Ti. 3).

(4) Última exhortación a predicar la palabra de Dios (2 Ti. 4:1-5). Ya inminente el martirio, Pablo expresa su gozo de haber cumplido con fidelidad su ministerio evangélico (2 Ti. 4:6-8). La epístola finaliza con unas instrucciones personales (2 Ti. 4:9-22).

(c) Autenticidad.

Las epístolas a Timoteo y la dirigida a Tito reciben el nombre de Epístolas Pastorales por tratar de una manera especial de la iglesia apostólica y del cuidado pastoral bajo la autoridad apostólica. En el curso de los últimos cien años han surgido críticos que han atacado la autenticidad de las Epístolas Pastorales. Algunos de ellos las han querido atribuir a algún autor desconocido del siglo II. Esta opinión ha sido refutada por eminentes biblistas. Las pruebas externas de la autenticidad de estas epístolas son muy numerosas. La iglesia primitiva y los Padres nunca las pusieron en tela de juicio. Son citadas o mencionadas en el siglo II por Ignacio, Policarpo, Ireneo, Tertuliano y Clemente de Alejandría. Ellos ya tenían conocimiento de la anterior circulación de estas epístolas, y no se les hubiera podido imponer una falsificación de su mismo siglo. Los argumentos que entran en la controversia son como sigue:

  1. Desde el punto de vista cronológico, se ha planteado la cuestión de si se pueden hacer cuadrar los viajes mencionados aquí por Pablo con el relato de Hechos. Es precisamente a este propósito que las Epístolas Pastorales parecen dar apoyo a la opinión tradicional de que Pablo fue liberado después de su primer encarcelamiento en Roma (Hch. 28:30-31). Todavía debió ejercer la actividad misionera durante tres o cuatro años, lo que le pudo permitir ir a Creta con Tito (Tit. 1:5) y confiar a Timoteo el cuidado de la iglesia en Éfeso (1 Ti. 1:3). Es evidente que Pablo mismo no volvió personalmente a esta ciudad (cfr. Hch. 20:25). La penosa despedida mencionada en 2 Ti. 1:4 pudo tener lugar en Mileto (cfr. 2 Ti. 4:20). De allí el apóstol pasó por Troas (2 Ti. 4:13) para dirigirse a Macedonia, desde donde probablemente escribió 1ª Timoteo. Parece que también en este momento escribió su epístola a Tito, anunciándole su proyecto de pasar el invierno en Nicópolis (Tit. 3:12). Sin embargo, no pudo llevar a cabo su plan. Arrestado otra vez y llevado a Roma, escribió su segunda epístola a Timoteo desde su calabozo y poco antes de su muerte, pidiéndole que fuera a verlo con presteza (2 Ti. 4:9).
  2. Desde el punto de vista lingüístico, se ha pretendido que el vocabulario de las Epístolas Pastorales difiere del de Pablo. Es un hecho que hay 96 términos nuevos en 1 Timoteo, 60 en 2 Timoteo, y 43 en Tito, o sea, dos veces más que en las otras epístolas de este apóstol. Pero ese argumento no puede ser en absoluto concluyente, ya que Pablo estaba escribiendo aquí acerca de temas particulares distintos en muchos aspectos de los de sus otras epístolas, y que demandaban un vocabulario parcialmente diferente; además, no se puede poner coto a una gran amplitud de variedad de estilo y expresión en diversas circunstancias de la vida de una persona, especialmente de la intensidad y del genio de Pablo. Además, ninguno de los términos empleados en estas epístolas demanda una fecha más tardía, y alrededor de la mitad de ellos se halla en la LXX. Finalmente, un imitador hubiera puesto cuidado en evitar estas divergencias.
  3. La situación de la Iglesia que se describe en estas tres epístolas cuadraría mejor, dicen los críticos, con la del siglo II. Por ejemplo, los ministerios estarían demasiado estructurados para concordar con la época de Pablo. Sin embargo, esto es lo contrario a lo que hallamos en estos escritos. En el momento de la redacción de 1 Ti. 3:1-7 y de Tit. 1:5-9, los términos de obispo y anciano eran sinónimos (véanse ANCIANO, OBISPO), en tanto que en el siglo II los dos términos designaban cargos distintos (cfr. las cartas de Ignacio, hacia el año 110, véase OBISPO). Por otra parte, Pablo y Bernabé habían designado ancianos en cada iglesia durante el primer viaje misionero (Hch. 14:23), y en la iglesia en Filipos a la que Pablo dirigió su epístola había asimismo obispos y diáconos constituidos como tales (Fil. 1:1). Así, en las Pastorales no se halla rasgo alguno del «sacerdotalismo del siglo II». Es perfectamente natural que el apóstol, a punto de ir al martirio, se cuidara de dar instrucciones detalladas a Timoteo acerca de los problemas que debía afrontar, y que nos provee de inestimables principios en nuestra conducta en el seno de la Iglesia de Dios.

Bibliografía:

Calvino, J.: «Comentario a las Epístolas Pastorales de San Pablo» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1968);

Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la Crítica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1965);

Darby, J. N.: «1st. & 2nd. Timothy» en Synopsis of the Books of the Bible, vol. 5 (Bible & Publications, Montreal, 1970);

Kelly, W.: «Lectures introductory to the Study of the Epistles of Paul the Apostle (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1970);

Rossier, H.: «Estudios sobre la Primera Epístola a Timoteo» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, Calif. s/f);

Wallis, W. B.: «1 y 2 Timoteo», en El Comentario Bíblico Moody - Nuevo Testamento (Ed. Moody, Chicago, 1971).


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