Nombre de etimología incierta.
Un lugar alto construido en el valle de Hinom. En tiempos de Isaías y Jeremías había muchos habitantes de Jerusalén que inmolaban a sus propios hijos, quemándolos vivos (
Esta costumbre desapareció completamente de entre los judíos, que quedaron liberados del pecado nacional de idolatrías después del cautiverio babilónico. Sin embargo, no desapareció de la civilización fenicia hasta muy tarde en la historia. Tertuliano (aprox. 160-225 d.C.) afirma que en sus propios días se seguían celebrando estos sacrificios en Cartago y en África en general, siguiendo el culto pagano a Baal. Las recientes excavaciones del Tofet de Cartago dan una sobrecogedora ilustración de esta degeneración del espíritu humano (cfr. «Child Sacrifice at Carthage», Biblical Archaeology Review, vol. X, n. 1, ene./feb. 1984, PP. 31-35). (Véanse BAAL, MOLOC, QUEMÓS.)