(Heb. «mikshol»; gr. «proskomma».)
Todo aquello que, puesto en el camino de otro, pueda hacerlo tropezar y caer. Estaba prohibido por la Ley, y tales cosas tenían que ser eliminadas de Israel (Lv. 19:14; Is. 57:14). Sin embargo, su propia iniquidad vino a serles piedra de tropiezo (Ez. 7:19; 14:3-7). En la Iglesia se debe ejercer cuidado, para que nada haga que otro tropiece (Ro. 14:13; 1 Co. 8:9).
Jehová de los ejércitos iba a ser un santuario para el residuo creyente, pero sería piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, a las dos casas de Israel (Is. 8:14; aquí el término usado es «negeph», que define el acto del tropiezo). Cuando el Señor estuvo sobre la tierra vino a ser esta piedra de tropiezo a los judíos, y sigue siéndolo, debido a su rebelde incredulidad (Ro. 9:32, 33; 1 P. 2:8). De entre ellos, los que reciben el evangelio vienen a ser cristianos, y quedan incorporados en la Iglesia. En relación con ello, el término empleado es «skandalon», lit.: «el cepo de una trampa» que, siendo tocado, atrapa (Ro. 9:33; 11:9; 1 Co. 1:23; 1 P. 2:8).
Este mismo término se usa del tropiezo que Balaam enseñó a Balac a poner a los israelitas (Ap. 2:14); de los «escándalos», o lazos, que por la misma naturaleza de las cosas en este mundo caído, amenazan a los santos en su andar (Mt. 18:7; Lc. 17:1). Se debe mencionar la ocasión en que el Señor dijo a Pedro que le era «tropiezo», cuando Pedro intentó desviar al Señor de Su camino de obediencia que debía llevarlo a la cruz (Mt. 16:23).