El término heb. es «reem», traducido en la LXX como «adros» y «monokerõs». De este último término se introdujo en la versión Reina-Valera antigua el término «unicornio».

No hay nada en las Escrituras que sugiera que el «reem» tuviera un solo cuerno. Al contrario, en Dt. 33:17 se habla de «sus astas, como las astas de un reem». Debe de haber sido un animal con el que estaban familiarizados los israelitas. Su gran fuerza y su naturaleza indómita eran sus principales características; no podía ser usado como un buey doméstico para propósitos agrícolas (Nm. 23:22; 24:8; Dt. 33:17; Jb. 39:9, 10; Sal. 29:6; 92:10; Is. 34:7). El Señor pidió ser salvado de la boca del león, porque Jehová lo había oído desde los cuernos de los unicornios (RV) o de los búfalos (RVR, RVR77) (Sal. 22:21), con los que son comparados Sus implacables enemigos. Es más que probable que se haga referencia a una especie de buey salvaje, el «Bos primigenius». Pueden haber existido en Palestina, lo mismo como el león, aunque en la actualidad hayan quedado extinguidos. Esta identificación queda confirmada por la existencia de bueyes salvajes en bajorrelieves asirios, con el nombre «reem» o «rim» sobre ellos.


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