(gr. «monogenês»).

Se usa en sentido literal, significando «hijo único» (Lc. 7:12); «hija única» (Lc. 8:42); «el único que tengo» (Lc. 9:38). En otros pasajes del NT se refiere a Jesucristo como «el unigénito Hijo de Dios» (Jn. 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Jn. 4:9). Aquí el énfasis recae sobre Su singularidad más que en Su naturaleza de Hijo, aunque ambas ideas están ciertamente presentes. Él es el Hijo de Dios de una manera que nadie más es. «Monogenês describe la relación absolutamente singular del Hijo con el Padre en Su naturaleza divina; prõtotokos describe la relación del Cristo Resucitado en Su humanidad glorificada con el hombre» (Westcott acerca de He. 1:6).

La singularidad de Cristo tal como es expuesta en los anteriores pasajes es ambivalente:

  • (a) Revela al Padre (Jn. 1:14, 18).
  • (b) Es el mediador de la salvación (1 Jn. 4:9; Jn. 3:16).

El término «monogenês» es también indicador de un intenso afecto derivado de una íntima relación paterno-filial (cfr. He. 11:17).

La lectura de «Dios unigénito» que se halla en una cantidad de mss. griegos, aunque tiene considerable apoyo textual, es poco probable, y puede explicarse como originada por el celo del partido «ortodoxo» contra las tesis «adopcionistas» (cfr. Grimm-Thayer, «Lexicon»; Westcott, loc. cit.). (Véase HIJO DE DIOS, (d))


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