La Segunda Venida del Señor Jesucristo debe ser la más viva esperanza de todo creyente. Antes de Su muerte, Él dio la promesa: «No se turbe vuestro corazón... voy... a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Jn. 14:1-3). Después de Su resurrección y ascensión, dos varones con vestiduras blancas anunciaron a los discípulos, todavía en el monte de los Olivos: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hch. 1:11). Ésta fue la constante enseñanza apostólica. Pablo, escribiendo a los tesalonicenses, les dice: «Cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1 Ts. 1:9, 10). Por otra parte, escribiendo su epístola a Tito, dice: «La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tit. 2:12, 13). El NT cierra sus páginas con un fuerte recordatorio de esta esperanza, en palabras del mismo Señor: «Ciertamente vengo en breve» (Ap. 22:20).
El apóstol Pedro expresa los rasgos característicos de la Primera y Segunda Venidas del Señor Jesús al decir: «Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos» (1 P. 1:10, 11). En Su Primera Venida Cristo obró la redención mediante Sus sufrimientos expiatorios en la cruz. En la Segunda, vendrá para ser reconocido universalmente, en aquel día en que toda rodilla se doblará ante Él, y toda lengua le confesará (Fil. 2:5-11).
La Segunda Venida del Señor Jesús tiene diversos aspectos. En primer lugar, el que se relaciona con el arrebatamiento de la Iglesia a Sí, tanto de los creyentes vivos como de los que durmieron en Cristo (1 Ts. 4:13-18); después de ello Su manifestación pública, apareciendo con Sus santos para juzgar a las naciones, aplastando toda oposición y establecer Su reino (1 Ts. 3:13; Jud. 14; cfr. Zac. 14:5). Es en la Segunda Venida que se cumplen las promesas mesiánicas de la liberación nacional de Israel, en base a la obra redentora del Señor en Su Primera Venida y del arrepentimiento nacional del Remanente. Entonces, «después de esto» (de la era de la Iglesia), será restaurado el tabernáculo de David y la reunión de las naciones salvas (cfr. Hch. 15:14-18). Entonces el Señor se sentará sobre el trono de David, reinando sobre la casa de Jacob en un reino sin fin (cfr. Lc. 1:32, 33). (Para más detalles, véanse APOCALIPSIS, DANIEL, JUICIO, MILENIO, REINO DE DIOS, RESTO [DE ISRAEL], RESURRECCIÓN, TESALONICENSES [EPÍSTOLAS A LOS], TRIBULACIÓN [LA GRAN].)